Han pasado más de mil días y ha vuelto San Lorenzo. Ante una plaza de la Catedral más llena que nunca, un chupinazo histórico ha revivido el corazón blanco y verde de Huesca. Comienza así una semana llena de fiesta, tradición y muchas emociones. La capital altoaragonesa ha sido siempre una ciudad que se transforma y que dibuja una enorme sonrisa, derivada del jolgorio de sus transeúntes, cuando las fiestas dan comienzo.

Desde que a mediodía del 9 de agosto el estruendo de un cohete marca el inicio de las fiestas, dos colores inundan la ciudad: el blanco de las camisetas y los vestidos, y el verde de la pañoleta de la gente, que en oleadas toma las calles. Ha comenzado San Lorenzo y el silencio y la tranquilidad dejan amablemente su sitio al bullicio. Ahora hay que disfrutar y llegar a la noche del 15 de agosto, como ha dicho el alcalde Luis Felipe, «con la satisfacción de haber sido partícipes de un sentimiento que une a la ciudad en su semana grande».