Imagine diez torres Eiffel, una detrás de otra. Todas ellas sumarían más de 100.000 toneladas de peso. Trasládelo a litros y obtendrá la cantidad de cerveza que cada verano distribuye La Zaragozana por la geografía aragonesa y allende sus límites. Buena parte de esa cantidad se beberá esta semana grande de las fiestas populares por antonomasia, la de la Virgen de Agosto. En la capital oscense ya se desató ayer la alegría laurentina, y a ella se irán sumando todos los pueblos que honran a sus patrones en estas fechas. Además, las altas temperaturas invitan a refrescar y regar abundantemente el cuerpo.

Hay ganas de disfrutar lo que no se ha podido en dos años, después de sufrir el largo y arduo paréntesis pandémico. La fiesta, el calor y las ganas de reencontrarse con las amistades invitan a aparcar por unos días las preocupaciones que nos atenazan como una espada de Damocles. Si ayer fue la pandemia de coronavirus, hoy es la inflación y la crisis energética, y la guerra con amenaza nuclear incorporada...

Por eso este periodo estival se toma como una tregua para encarar con más ánimo la vuelta al otoño encapotado.

De momento, lo más preocupante para algunos es no poder refrescar convenientemente la cerveza. A falta de hielo, hay quien ha echado mano de bolsas de verduras congeladas para rebajar la temperatura de la bebida de lúpulo.

A otros también les causa un quebradero de cabeza tomar el gin tonic sin la dosis de hielo adecuada por estar racionados los cubitos. No es una cuestión baladí para quien solo se toma un combinado al año: el de la fiesta del pueblo. ¡A su salud!