Kiosko y Más

Inmersión en la guardería

Luis del Val

El totalitarismo del secesionismo catalán no se ha olvidado de las guarderías infantiles para ordenar la inmersión lingüística. Es coherente. El buen totalitario procura que no haya resquicios donde su ideología pueda mostrar signos de debilidad. Dejar que los bebés puedan escuchar, en la guardería, palabras en castellano sería un descuido imperdonable. Asimismo, cuando la niña o el niño, cumplidos los tres años, puedan asistir a un parvulario lo harán domesticados. Imagino que no se habrá descuidado la creación de un Cuerpo de Delatores de Guardería, comisarios políticos que vigilen a los niños y a sus cuidadores para denunciarlos si no emplean, incluso a la hora de cambiar los pañales, el idioma catalán. Esta política severa de inmersión lingüística debería extenderse a las consultas de ginecología y obstetricia. Las madres que tienen como lengua principal el castellano deberían ser sometidas a un entrenamiento en las consultas. Una entrevista de la madre gestante –por ejemplo, antes de una ecografía– con el comisario político, donde le advierta de los peligros a los que puede exponer a su futuro hijo si no habla catalán de manera constante, podría ser muy eficaz. Más aún, sería conveniente que el futuro Delator en Guarderías advirtiera a los responsables de estas de la conveniencia de usar pañales procedentes de empresas donde las indicaciones estén en catalán. Hay que evitar resquicios. Solo de esa manera la futura República Catalana Totalitaria podrá alcanzar sus objetivos y evitar esos descuidos que, en casos históricos, dieron al traste con admirables proyectos patrióticos.

COMUNICACIÓN

es-es

2022-08-10T07:00:00.0000000Z

2022-08-10T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/282750590508279

ABC