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PROPÓSITOS DE VERANO

LA BELLEZA DE CORRUBEDO está en que no intenta competir con el paisaje. El pueblo coruñés donde el arquitecto David Chipperfield veranea desde hace treinta años y donde pasó la pandemia, no tiene una coqueta plaza con restaurantitos con sillas de enea en colores cursis inspirados en Santorini. Tampoco hay terrazas-lounge en plástico blanco trasplantadas de Ibiza. En Corrubedo solo hay tres bares en la placita del puerto y uno es el de Chipperfield: carpintería roja, un banco en la entrada y el típico azulejo que decora algunas fachadas de las casas de alrededor. Pero de lo que más orgullosos están los Chipperfield (él, su mujer y sus hijos) es que su Bar do Porto forme parte de “la ruta” o sea, la selecta lista de locales donde los vecinos hacen escala cuando van de vinos. Porque la implicación de nuestro hombre de portada con Galicia va más allá de la carpintería. Corrubedo no solo es su lugar de veraneo, sino un laboratorio de medidas para la protección del medio ambiente y el desarrollo sostenible –es decir, no exclusivamente ligado al turismo– de la región.

Chipperfield es parte de la comunidad sin disfraces ni folclore. Su casa lo representa: desde el mar, parece que acaba de aterrizar, pero desde la calle podrías pensar que lleva ahí desde siempre. El respeto por el entorno, por lo social y sobre todo por lo emocional de David Chipperfield es lo que, aparte de su arquitectura de estética impoluta, hizo que la conversación que mantuvimos en la terraza de su bar fuera, para mí, memorable. El inglés moldea sus proyectos en torno a factores tan sensibles como las aspiraciones, los prejuicios y la memoria de la gente que vivirá. Si el efecto elefante en una cacharrería del Guggenheim definió la arquitectura de los primeros dosmiles, es posible que la sensibilidad de Chipperfield y sus edificios, que ni gritan ni se esconden sino que dialogan, sean el rasgo definitorio de la de hoy. La pregunta suena un poco pomposa, lo sé, pero ¿y si estuviéramos ante el primer gran arquitecto propiamente del siglo XXI?

La doble portada del número que tiene entre manos, como siempre, es fruto de nuestra crónica indecisión. Por un lado, Chipperfield. Por otro, la casa en Mallorca de Achilles Ion Gabriel. El diseñador finlandés tiene un salón lleno de piezas encontradas, clásicos del diseño y un maremágum de alfombras, cuadros de mercadillo y muebles inclasificables. Una mezcla intuitiva, energética y admirablemente incómoda: el antídoto perfecto para superar la idea del salón como bandeja para una taza calentita de sofá, manta y serie. Al menos este verano. ¡Feliz lectura!

CARTA DEL DIRECTOR

es-es

2021-05-29T07:00:00.0000000Z

2021-05-29T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/281479279332149

Prisa