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El graduado

Hace veinte años Antonio Citterio reinventó el sofá moderno con ‘Groundpiece’, un hito reciente que ya es un clásico con influencia de sobra para cambiar hasta nuestra forma de sentarnos

Parece que los dosmiles fueron anteayer, pero dos datos sugieren que ha pasado un poco más de tiempo. Primero, que el primo o sobrino al que todavía se le sigue viendo como el pequeño de la familia porque vino al mundo tras el cambio de siglo está ahora a punto de salir de la universidad. Y segundo, el legendario sofá Groundpiece de Flexform, el que nació en 2001, no solo acaba de cumplir 20 años, sino que su historia ya da incluso hasta para ponerse nostálgicos, que es lo que se percibe al escuchar hablar en pasado al autor de la pieza, el arquitecto Antonio Citterio: “Aunque era impresionante, cuando lo diseñamos sabía que tendría ciertas dificultades para venderse, precisamente por lo simple y tan poco tradicional que era. Y aun así decidimos hacerlo”.

La paradoja está en que Groundpiece es hoy uno de los mayores éxitos de la casa italiana, precisamente también por las convenciones que derribaba su formato entonces, empezando por el reajuste de las proporciones de un sofá clásico. Su asiento era más bajo y profundo de lo habitual, lo que hacía que las piernas, en vez de flexionarse, se extendieran sin necesidad de reposapiés, y que el cuerpo entero, más que responder a la posición habitual de sentarse, adoptase una postura similar a la de estar apoltronado sobre un trono. Una comodidad añadida del

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2021-05-29T07:00:00.0000000Z

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