Isabel Mijares siempre tiene la maleta dispuesta si es para probar un vino de alta calidad. Recientemente ha visitado países como México o Chile que guardan muchas similitudes en cuanto a su producción y comercialización con Almería. Allí hacen caldos muy bien aceptados por la crítica pero a los que hace falta más promoción y entrar con fuerza en los principales mercados así como en los restaurantes.

Cuestión de gustos

– ¿Cuáles son las cualidades organolépticas del vino? – La forma de catarlo. Tenemos la costumbre de hablar de las variedades, del clima, del suelo. Y hay que ponerse en el papel del consumidor. Pensar ¿esto es bueno o es malo? ¿Me va a producir placer o rechazo? Es lo único que importa y esa es la razón de la cata. Hoy podríamos analizar los casi mil componentes naturales que tiene el vino con análisis de todo tipo y hacer una radiografía completa, pero el consumidor lo único que se pregunta es: ¿esto me va a gustar, me va a producir una sensación de placer o rechazo? Lo que yo quiero es que el consumidor sepa que, al final, lo único que cuenta es su opinión. Por eso cuando a mí me preguntan cuál es el mejor vino de tal sitio, siempre digo «el que a ti te guste». Los consumidores, ellos solos, sin grandes conocimientos, pueden saber si un vino les gusta o no, si está normal o tiene defectos. - Los profanos del vino, ¿cómo pueden saber si el vino es bueno?

La clave del buen vino... «Si hay un equilibrio produce placer y si no lo hay produce rechazo, nos hemos equivocado en la comunicación del vino»

Promoción... «La Administración tiene que ser la encargada de dar una visibilidad importante de esta zona»

-Bueno, en el vino se pueden encontrar sensaciones ácidas, neutras, afrutadas, vegetales, sin tener que entrar en grandes detalles. Cuando escucho a alguna gente decir: «esto huele a casis». A lo mejor el consumidor no ha probado el casis en su vida. Por eso basta con decir que el vino es afrutado, vegetal, huele a especias, a madera y si hay un equilibrio produce placer y si no lo hay, produce rechazo. Creo que nos hemos equivocado en la comunicación sobre el vino. - Ahora parece que todo el mundo tiene que ser un experto sumiller... -Eso es lo que ha alejado a los jóvenes del vino, les hemos dado a entender que el vino es el privilegio de unos cuantos entendidos que dicen cosas que no terminan de comprender y que hay que ser doctor en Enología para poder entender un vino. Pues no. La diferencia es que yo, como experta, puedo hacer un diagnóstico. Para enfrentarse al vino no hacen falta copas sofisticadas ni tomarlo en situaciones especiales. Es algo mucho más cercano, es parte de nuestra cultura. Del vino se puede hablar como una obra de arte, pero sin complicarse la vida. - Usted dice que el mejor vino es aquel que más le gusta a uno. Como experta, ¿con cuál se quedaría usted? - Eso si que me sería imposible. Afortunadamente tengo un trabajo precioso que es viajar todo el año catando por el mundo entero. Vengo de Chile, de México, donde he probado vinos deliciosos y cada aventura, cada descubrimiento va borrando la imagen del anterior. Qué duda cabe que me encantan los Medoc de Burdeos, los Rioja, los Ribera del Duero, como tantísimos vinos más, como un delicioso vino de Jumilla o de Laujar. No tengo esa preferencia, a mi no me impresiona ninguna zona en especial, estoy acostumbrada a beber vinos de todas partes. Vengo de México y allí he probado caldos excelentes. Les pasa como a Almería, que tiene mucha más realidad que imagen. El problema es que no ha dado a conocer sus vinos. Y el vino hay que darlo a conocer, hay que plantearlo como una parte cultural al mismo nivel que tienen las demás. - Hay que darle más visibilidad al vino de Almería... - Así es. La Administración le tiene que dar una visibilidad de zona. Jamás he recibido una llamada desde Almería a pesar de que coordino la Guía Repsol. Descubrí los vinos almerienses gracias a los cursos de verano y me impresionaron.