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La ‘tiraora’ que se curtió en Las Gabias

La cordobesa Fátima Gálvez, natural de Baena, entrena en el CEAR de tiro olímpico Juan Carlos I del área metropolitana granadina, en la que reside desde hace años

JOSÉ IGNACIO CEJUDO

La primera medalla de oro para España en los Juegos Olímpicos de Tokio se pulió al 50% en Las Gabias. En concreto, en el Centro Especializado de Alto Rendimiento (CEAR) de tiro olímpico Juan Carlos I, la mejor instalación del país y «una de las mejores del mundo» en palabras de la propia Fátima Gálvez (Baena, Córdoba, 1987), quien ayer consiguió el mayor éxito de su carrera deportiva en la prueba por parejas mixtas de la modalidad de foso en el tiro al plato olímpico junto al madrileño Alberto Fernández. La cordobesa hizo durante años doscientos kilómetros al día, ida y vuelta, para entrenar en el centro del área metropolitana granadina hasta que decidió fijar su residencia en la provincia.

Los mayores especialistas del mundo en tiro olímpico visitan con frecuencia las 25 hectáreas del CEAR Juan Carlos I desde su inauguración en 2005, anfitrión desde entonces de pruebas internacionales del máximo nivel. A nadie se tiene más cariño allí que a Fátima Gálvez –‘Tiraora’ en la red social Twitter–, que lo convirtió en su hogar desde que se mudó a Granada por sus estudios en Enfermería. «Es muy llana, se relaciona con todo el mundo y ofrece sus consejos a quienes se lo piden. Es una persona fantástica, siempre está dispuesta a echar una mano en lo que pueda. Siempre tiene una sonrisa y un minuto para hablar con quien sea. La pondría de ejemplo para la juventud por su profesionalidad y su grandeza humana», cuenta a IDEAL Eduardo Muñoz, director del centro, que la conoce desde que empezó a trabajar en Las Gabias en 2014.

Él, como muchos otros aficionados al tiro al plato habituales de la instalación, se levantó a las seis y media de la mañana para seguir la prueba. «Fue una emoción tremenda, lo viví con mucha expectación. La medalla de oro era lo que tenía que pasar porque son muy buenos los dos, lo sabemos quienes les vemos entrenar, sobre todo a Fátima. Estamos exultantes», describe Eduardo Muñoz. Precisamente ayer, Las Gabias acogió el Campeonato de Andalucía de foso olímpico. «Y no se hablaba de otra cosa que de Fátima», reconoce el director del CEAR Juan Carlos I.

Allí procuran que a la cordobesa no le falte nunca de nada. «Intentamos aportarle nuestro granito de arena y celebramos todos sus éxitos deportivos. Viene dos o tres veces a la semana y nunca entrena menos de dos horas, pero es que además no pierde el tiempo. Se lo toma muy en serio y dedica mucho esfuerzo a trabajar cada debilidad que le surja. Llueva, haga frío o haga sol, tiene su rutina y la respeta», expone Eduardo

Muñoz. «Para nosotros es un privilegio que entrene aquí. Es como jugar la Champions».

Testigo de excepción en su preparación para los Juegos Olímpicos, recuerda que hace unos meses cambió la culata de su escopeta porque no se sentía cómoda con la que venía empleando y hasta adaptarse a su nueva herramienta se magulló la cara a base de pegar tiros. «A ese punto llega su exigencia», observa Eduardo Muñoz, que califica a Fátima Gálvez como «una de las tres mejores tiradoras del mundo».

Una deuda saldada

«Los Juegos no nos debían una medalla, sino varias», reflejó Fátima Gálvez desde Tokio nada más auparse hasta lo más alto del podio. Fue quinta en Londres 2012 y cuarta en Río de Janeiro 2016, donde perdió el bronce en la muerte súbita. En Tokio se quedó a cuatro aciertos de la pelea por las medallas en la competición individual y ya solo le quedaba la ilusión por las parejas mixtas junto a Alberto Fernández. La cordobesa falló los tres primeros platos por una serie de problemas al enfocar la vista por culpa de los nervios, pero se recompuso. Ella, zurda para todo menos para disparar, necesita adaptar su postura a un ojo dominante también zurdo. «De niña me enseñaron a disparar con la derecha porque era lo correcto en aquellos tiempos», ha confesado alguna vez.

Fátima Gálvez heredó la pasión por el tiro de su padre Pío, cazador, y a los cinco años quedó inspirada de por vida al ver a la especialista china Zhang Shan imponerse a los hombres en la prueba de ‘skeet’ en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Ahí se propuso que algún día ella también sería campeona olímpica; curiosamente, el sueño se le ha cumplido en una prueba mixta. Fátima Gálvez pegó su primer disparo con once años y reventó el plato. Pocos meses después ya hacía plenos, de 25 en 25, en competiciones locales y provinciales. Una puntería curtida en la infancia entre los campos de olivos cordobeses y las ferias de los pueblos de alrededor antes de perfeccionarla en Las Gabias hasta convertirse en una de las mejores tiradoras del mundo.

Ganó su primer Campeonato de España con catorce años y desde entonces no ha dejado de acumular reconocimientos europeos y mundiales. Solo le faltaba la medalla olímpica que tanto se le había resistido y que finalmente se colgó en Tokio. Fátima Gálvez se ha considerado siempre «una luchadora en un mundo de hombres». Esa pelea cuenta ya con la recompensa de una presea de oro.

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2021-08-01T07:00:00.0000000Z

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