–¿Qué ha cambiado desde aquel Ignacio que no terminaba de creerse el atleta que era?

–Soy mucho más maduro y tengo las ideas más claras. Me he abierto paso en la élite internacional del mediofondo. He crecido. Sé gestionar mejor mis emociones también, que quizás en otras ocasiones me venía abajo. Hace unas semanas corrí fatal en Oslo, reventado, y a los tres días hice mejor marca personal en Estocolmo.

Me afectan menos los días malos y valoro más los buenos. También he ganado capacidad de entrenamiento, cada día me veo más resistente y rápido. Soy mucho mejor atleta.

–¿A qué rival tiene más ganas? –Les conozco ya a casi todos y todos son buenísimos, me hace ilusión ganar a cualquiera, aunque con alguno ya lo he conseguido. Cheruiyot, Ingebrigtsen, Lewandowski... pero mi mayor ilusión es pasar las rondas.

–Debutará en la madrugada española. ¿Confía en que los suyos hagan un esfuerzo por verle?

–A más de un amigo le pillará con la copa en la mano (risas). Si no, pondrán el despertador y se levantarán para verme y volverán a acostarse.

–La selección de 1.500 no lleva al líder nacional, que es Katir.

–Somos un equipo bastante fuerte y tenemos una rivalidad sana que nos hace mejores, tenemos muy buen ambiente. En los últimos años ha subido mucho el nivel de 1.500 y lo que ha hecho Katir por ejemplo nos incita a picarnos para volver a ser los mejores. Nos ayudará a crecer.

–¿Llama mucho a Jesús Montiel, su entrenador, en la distancia? –Es una pena que no esté aquí porque era su sueño, pero le llevo en el corazón. Es el gran artífice de todo esto y lo merecía, intentaré que vaya a París. Me considero un atleta bastante independiente y disfruto cuando entreno en soledad, pero congeniamos bien. Unas veces estoy más encima yo y otras él. Me da calma.