Pablo ganó su primer millón en la tele, mientras le poníamos la cena a los niños y ellos preguntaban qué era eso del rosco y si tenía queso. La verdad es que no veíamos ‘Pasapalabra’ desde hacía muchísimo tiempo y ponerlo era una pura cuestión de morbo. ¿Qué cara se te queda cuando ganas un millón ochocientos mil euros? Eso había que verlo. Pero mientras los niños miraban las letras y el mundo escuchaba con atención las respuestas del concursante, yo estaba obsesionado con la camiseta. Era una camiseta de Zelda. Un tipo al que no conocía de nada estaba en pleno ‘prime time’, delante de toda España, luciendo una hermosa camiseta del videojuego Zelda. Y entones sonreí.

Tiempo después, Pablo Díaz, violinista profesional, cuenta en ‘Espejo Público’ que lo primero que se compró con el dinero de ‘Pasapalabra’ fue una

Nintendo 64 y una Switch. Quizás fuera una broma, no tiene importancia. Lo que importa es que lo dijo y mostró, una vez más, un interés sincero. Y esta semana, en una entrevista en ‘El Mundo’, confesó que su sueño sería dedicarse a componer bandas sonoras para videojuegos. Y entonces sonreí otra vez.

Quiero decir. Hay un tipo, un músico, un artista, que ha pasado innumerables horas estudiando palabras para llevarse el bote de uno de los programas más vistos de la televisión y que aspira a construir con su primer millón de euros una escalera que le abra paso a componer bandas sonoras de videojuegos porque esa es su vocación.

A mí me parece una historia maravillosa. Por eso, supongo, le he empezado a seguir en redes sociales donde, es cuestión de tiempo, ganará su segundo millón. Pablo no ganó el rosco. Pablo tocó el Triforce.