Este 2021 los aficionados al fútbol hemos podido disfrutar de dos grandes competiciones continentales de selecciones, y también con el esperadísimo retorno progresivo del público a las gradas en diversas partes del mundo, a pesar del grave riesgo que aún conlleva esta decisión. Ha sido la segunda vez (la primera fue en 2016), que han convivido Copa América y Eurocopa. Y ambos torneos nos han dejado grandes historias para el recuerdo: Christian Eriksen salvando su vida a pesar de un paro cardíaco en el mismo terreno de juego, la alegría infinita de ver a Messi por fin levantando la Copa América, y la vuelta de la selección italiana al olimpo de los ganadores ante una de las mejores selecciones inglesas de la historia. Y si con todo esto no fuera poco este pasado 23 de julio empezaron los Juegos Olímpicos de Tokio.

En estos difíciles tiempos que vivimos en plena pandemia de COVID-19 hemos podido descubrir otras caras de nuestro deporte favorito que hasta día de hoy no habíamos experimentado. Desde el debate ético que supone ver a jugadores y personal técnico exponiéndose al riesgo de contagio para competir en el actual fútbol negocio, pasando por los tristes estadios vacíos que hacían parecer partidos oficiales como simples entrenamientos, hasta la percepción casi conclusiva de que sin fútbol profesional la normalidad de nuestras vidas es menos normalidad.

La vida sigue, sí, y al fútbol también parece ser que no le queda más remedio que hacerlo.