Doña Sofía, una Reina a los pies del Cristo de Mena
Presidió por primera vez el traslado por los legionarios del Crucificado de Málaga y, acompañada por su hermana Irene, recibió la medalla de la Congregación
José Beltrán.
El desembarco en el Puerto de Málaga de la Legión para trasladar al Cristo de la Buena Muerte y Ánimas, titular de la Cofradía de Mena, a su casa hermandad, es una de las imágenes del Jueves Santo que refleja el tirón de la religiosidad popular en nuestro país. Sin embargo, este año ha contado con un aliciente añadido, más allá de la lluvia y el viento. La Reina Doña Sofía presidió todos los actos de la mañana, acompañada de su hermana Irene de Grecia y el alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre. Es la primera vez que la Monarca participaba en la Semana Santa malagueña para recibir precisamente la medalla de la Congregación de Mena. Doña Sofía estuvo respaldada por los miles de personas que se acercaron a recibir al Tercio Don Juan de Austria de la Legión, que llegó en torno a las diez de la mañana abordo del buque« Contramaestre Casado» de la Armada española. La Reina Sofía fue en cargada de pasar revista alas tropas entre aplausos y vítores del público. Y es que desde hace tres décadas no acudía ningún miembro de la Familia Real para participar en el desembarco en el dique de Levante. El último en hacerlo fue el ahora Rey Felipe VI, en el año 1996.
Este hecho provocó que los malagueños se volcaran tanto con el popularmente conocido como Cristo de Mena, como con los legionarios y la Monarca. Y tanto en el puerto como en la plaza Fray Alonso de Santo Tomás, donde está la casa hermandad de la Cofradía de Mena, para llevar a cabo el traslado del Cristo. Durante el tiempo que duró la ceremonia no llovió, por lo que se pudo celebrar todo el acto sin problema alguno. En primer lugar, se procedió al relevo del estandarte del Cristo de la Buena Muerte y Ánimas y, después, los legionarios lo trasladaron a hombros desde la iglesia de Santo Domingo hasta su trono.
La emoción llegó a su punto álgido cuando la escuadra de gastadores alzó a pulso la imagen del Crucificado mientras entonaban «El novio de la muerte», el cuplé de referencia para el cuerpo castrense, que no su himno. Y todo, bajo la atenta mirada de Doña Sofía, su hermana y el obispo de Málaga, Jesús Catalá. Durante la ceremonia también se rindió home
Acompañada de su hermana Irene, fue reconocida con la medalla de la Congregación
naje a los militares fallecidos y el arzobispo emérito de Pamplona, Francisco Pérez, dirigió una breve meditación que culminó con el rezo del Padrenuestro y del Avemaría. «Contemplemos a Cristo crucificado, que no ha venido a quitar el dolor, ni siquiera a explicarlo, sino a llenarlos con su presencia», entonó el prelado. Además, el arzobispo quiso tener presente tanto a los enfermos como a las víctimas de «las guerras horribles que estamos padeciendo». «Cristo es el Salvador, que ha pasado de la muerte a la vida, en él confiamos y ofrecemos lo que nos duele», añadió. Tras esta oración, los legionarios y los hermanos de Mena elevaron al Crucificado a través de un sistema de poleas hasta colocarlo en su trono, que pesa 2.650 kilos.
Entre el público que asistió al traslado estaban el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y el actor Antonio Banderas, junto con su pareja Nicole Kimpel. Doña Sofía ha hecho, por tanto, un alto en el camino en su Semana Santa, puesto que Mallorca es para ella su lugar de refugio en estas fechas. De hecho, la Reina Sofía asistió el pasado lunes al tradicional concierto benéfico de Semana Santa que organiza Proyecto Hombre en Baleares, en la Catedral de Mallorca.
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