Diploma olímpico en su primera comparecencia en unos Juegos. Séptimo en Izu. Hace poco más de dos años, Vlad Dascalu (F±lticeni, Rumanía, 1997) era un desconocido fuera del mundo del ciclismo. Hoy, no solo es olímpico, sino que además añade a su brillante palmarés un diploma que, por ahora, satisface sus aspiraciones. Por ahora.

Corre bajo la bandera de Rumanía, donde es su ciclista de mayor éxito, pero se ha criado a las faldas de Moncalvillo, en Entrena. Fue la exitosa temporada de 2019, en la que ganó todos los títulos por los que peleó, la que le abrió la puerta de Tokio, concretamente su maillot arcoíris. Dascalu dio ayer muestras de una gran madurez a sus 23 años (cumplirá 24 en diciembre). Esta temporada se ha acostumbrado a rodar con los mejores y ha sido capaz de acabar entre los diez primeros, caso de la cita austriaca de Leogang. Ayer salió bien en el complicado trazado de Izu. El entrenero es explosivo y, si puede, gana muchas plazas en los primeros metros. Ayer repitió esa imagen y rápidamente se instaló entre los diez mejores. Durante algunos minutos estuvo fuera de esas plazas, pero supo aguantar mental y físicamente. Rodó junto a ilustres como Henrique Avancini, Ondrej Cink, Víctor Koretzky, Jordan Sarrou e incluso Mathieu Van der Poel, cuando buscaba remontar tras vivir una durísima caída que acabó por retirarle.

Dascalu finalizó a 49 segundos del ganador, el británico Thomas Pidcock, que a sus 21 años rompe moldes. Del resto de los diez primeros clasificados, el ciclista de Entrena es el más joven, aunque está en la misma franja de edad que nombres como Anton Cooper, Alan Hatherly, Milan Vader o Víctor Koretzky.