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Ricky Rubio lidera la victoria de España en su estreno

El base y líder de España devuelve a los raíles de la lógica triunfal ante Japón el debut olímpico del vigente oro mundial

ÁNGEL RESA

Las dudas de cartónpiedra duraron lo que tardó Ricky en poner orden tras su retorno a la cancha y animar un ritmo demasiado átono hasta entonces (empate a 26, minuto 15). España, impecable en su puesta en escena atrás durante su debut olímpico, pensó prematuramente que ya había cumplido con los deberes docentes del verano y se dejaba enredar al inicio del segundo cuarto en el espejismo zonal del equipo anfitrión. Legañas en los ojos visitantes y sensaciones reales de superioridad que siempre han de reivindicarse dentro del parqué y nunca con la boca pequeña en este tiempo de mordazas y mascarillas.

Así que regresó a la pista aquel chiquillo de quien hablaban maravillas con signos bucales de admiración los periodistas catalanes en la Copa sevillana de 2004, el Mowgly de ‘El libro de la selva’, el precoz debutante en la ACB por decreto de Aíto, el MVP del último Mundial victorioso… El auténtico líder de este grupo tras admirar su jerarquía en las citas preparatorias de París y Las Vegas. Aquel mozalbete de irrebatible genialidad juvenil que ha ido recubriendo su enorme talento de entonces con la veteranía que procura la edad. La que aumenta, si cabe, su vista panorámica para aclararse entre brazos rivales como aspas de molino. Con Rubio otra vez sobre el rectángulo de madera, el combinado de Sergio Scariolo facturó en un pestañeo el determinante parcial de 019 (26-45 poco antes del descanso) que colocó el convoy sobre los raíles de la lógica sin posibilidad de descarrilamiento.

En realidad no hay más historias medulares que expliquen el desenlace de un compromiso desigual pese a las somnolencias transitorias de los hombres vestidos de rojo. Tan cierto como el 42-66 del minuto 27 es la aproximación oriental a diez puntos en el último acto (59-69). Pero en ningún momento la obra abandonó su rango de ficción. El balneario de aguas termales en los que a ratos se sumergía el cuadro español, tan consciente de su listón muy por encima del japonés, se solventaba con la inteligencia a los mandos de Ricky, las canastas salpimentadas de otros compañeros y la aptitud de Claver –regresa a Valencia tras temporadas en Can Barça– para reciclar la basura debajo del aro local.

Constancia

Antes del salvaje hachazo entre los minutos 15 y 19 a España le faltaba ese cambio de marcha o actividad suplementaria que dejase claras las distancias entre un bloque aspirante a las medallas y el que allí figura por poner el pabellón y la intendencia. ‘La familia’ gobernaba el compromiso igual que los boxeadores de manga larga controlan a sus oponentes a la distancia justa, con Marc ejerciendo su papel habitual de poste distribuidor –quizá debería buscar también las proximidades de los tableros ajenos– y Pau I ‘El Emperador’ en su último baile produciendo toneladas por minuto, tal como ha hecho en el Barcelona atrás y adelante. Bastaba con ello hasta que la igualada del minuto 15 recomendó a Rubio que tocara diana con la corneta.

La diferencia final de once puntos (77-88) no se corresponde con la sima mayor que separa las condiciones niponas de las españolas. Pese al acercamiento consentido, el base y líder de Scariolo aún rubricó algunas penetraciones y puertas atrás de prestidigitador. Y según se acercaba la bocina del final flotaban en la atmósfera el quebranto por la baja a la fuerza del polivalente Juancho Hernangómez ante los duelos de verdad que se avecinan y la constancia de que los equipos del técnico italiano –clubes y selección– hollan cumbres partiendo del campo base. Falta hará porque después de un paseo por la sierra llegarán las cordilleras con Doncic el domingo enarbolando la enseña eslovena.

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2021-07-27T07:00:00.0000000Z

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