Kiosko y Más

«No hay actos privados»

narca. Sean de trabajo o de vacaciones. Será más discreto con las amistades personales que le acompañan, pero no renunciará a ellas. Una de las más comentadas esta ‘semana horribilis’ es la que mantiene desde hace años con la alemana Corinna Zu SaynWittgenstein, princesa por su segundo matrimonio. Organiza cacerías, participó en la de Botsuana y la prensa sensacionalista alemana acaba de ventilar una foto suya, tomada en Stuttgart en 2006, recibiendo honores militares junto al Rey de España, en la alfombra roja. Al parecer, Corinna no llegó en el viaje junto al monarca, sino que formaba parte de la comitiva de bienvenida.

En ese esfuerzo de recuperar como sea la imagen del monarca –durante sus casi 37 años de reinado jamás había sufrido un deterioro tan profundo– se ha confirmado que el empresario Mohamed Eyad Kayali pagó la excursión africana, incluido el avión y el campamento. Casado con una española, y con propiedades en Madrid y Marbella, suele representar a los monarcas de Arabia Saudí en España. La preocupación, cuando no indignación, por la trascendencia de la lujosa cacería el mismo día en que conocíamos que 2 millones de españoles se quedan con una mano delante y la otra detrás al perder la cobertura del desempleo, lleva a retratarse a personas en situaciones increíbles. El miércoles por la tarde, dos horas después de las once balsámicas palabras que quedan para la historia –«lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir»–, Gregorio Peces-barba ingresaba en un hospital madrileño deshidratado. Pero no apagó el móvil. «Al Rey le ha costado trabajo decir lo que ha dicho, seguro, pero no le ha quedado otro remedio. De alguna manera demuestra que se ha equivocado y también el sentido de la realidad que tiene. No puede irse nunca en un viaje privado sin que se sepa. No hay actos privados, son siempre públicos porque afectan a la institución». El catedrático, expresidente del Congreso de los Diputados y uno de los siete padres de la Constitución, deja entrever, no obstante, que la conexión entre La Moncloa y La Zarzuela, los dos palacios más importantes del país, es mucho más intensa de lo que aparenta a veces. «Incluso las directrices del discurso de Navidad salen del Gobierno. El Ejecutivo le puede decir al Rey lo que quiera. Pero hay un respeto... aunque no siempre».

Peces-barba refresca la anécdota de La Habana con Aznar. Don Juan Carlos quería ver a Castro y el expresidente popular le respondió en rueda de prensa: «(Irá) cuando lo diga el Gobierno». Al final viajaron los dos matrimonios. Y cuando se dieron un paseo un tanto forzado por El Malecón, «a Aznar se le ocurrió quitarse la chaqueta y el Rey le dijo: ‘José María, póntela’. Pero no le hizo caso y siguió el paseo en camisa. El monarca no tiene ‘potestas’ pero sí ‘autoritas’, y yo creo que hay que respetarle».

Los medios de comunicación lo han hecho hasta hace poco, como bien dice Elsa González, presidenta de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España. «La Monarquía ha gozado de bula mediática, con privacidad y respeto en las informaciones. El pacto político que desembocó en la Carta Magna se extendió, de forma tácita, a medios y periodistas. Con objeto de salvaguardar la estabilidad del país se preservó la Monarquía para defender la democracia. Pero las libertades en España han ido fortaleciéndose, haciendo callo, al tiempo que crecía la Familia Real y

¿Se Rompió El Hechizo?

es-es

2012-04-22T07:00:00.0000000Z

2012-04-22T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/281539402953568

ABC