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Sánchez, el más guapo

CURRI VALENZUELA

Tenemos un presidente del Gobierno sexy, que se parece a Superman. Eso escribieron en redes sociales varios telespectadores norteamericanos que presenciaron la entrevista efectuada mientras se encontraba la semana pasada en Nueva York. Los medios de comunicación españoles adictos al sanchismo lo repicaron enseguida, igual que le han dado mucho bombo a su posterior declaración en la meca del cine asegurando que España «quiere convertirse en la Hollywood de Europa». Sin especificar, por cierto, si es que va a promover una potente industria audiovisual en nuestro país o se conforma con que Netflix grabe aquí sus series para que los parados se ganen unos pocos euros haciendo de extras. Dadas las circunstancias, lo más probable es que estuviera pensando en esta segunda opción.

Lo de Hollywood en España ya lo practicó Franco sin ir a California, con idéntico objetivo alcanzado en la época en que las películas del Oeste se rodaron en el desierto de Almería. A los norteamericanos les salía más barato y los locales se ganaron sus pesetas asistiendo como extras a los concursos de rodeo. Pero eso Pedro Sánchez no lo debe de saber, porque de otra forma no lo hubiera dicho. Su obsesión por combatir al dictador muerto hace cerca de medio siglo no tiene parangón en el mundo. ¿Se imagina alguien a Macron dedicado a denigrar a Petain o a Merkel recordando a los alemanes cada dos por tres los crímenes de Hitler?

Pues Sánchez sigue dale que dale. Aunque la mayor parte de los jóvenes no saben detalles de quién fue, todavía existen socialistas veteranos que quizás se arranquen a votar por el PSOE si se les reviven sus memorias de la guerra civil y compran la teoría de que Pablo Casado representa a la tercera generación de los partidarios de la dictadura. Es un miedo que ya en su día azuzó Zapatero, sin mucho éxito en las urnas después de confesar aquello de «nos conviene que haya tensión». No vaya a ser que la gente vote pensando únicamente en cómo puede mejorar su vida.

Sanchez, que ha heredado esa y otras costumbres del anterior presidente socialista, también practica como él lo de gobernar a bases de golpes de efecto, que algunas veces le sale bien y otras se convierten en fracasos a corto o medio plazo. Como último ejemplo, el de las mascarillas. El presidente anunció que ya nos las podíamos quitar para compensar la mala noticia de los indultos a los secesionistas catalanes. Para cuando se lo aprobó el Congreso la semana pasada, ya íbamos por la quinta ola del Covid. Si no fuera tan guapo, es que no le podríamos perdonar.

Lo de Hollywood en España ya lo practicó Franco con las películas rodadas en el desierto de Almería

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2021-07-27T07:00:00.0000000Z

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