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Situación desesperada en India

La segunda ola de coronavirus golpea al país con gran virulencia. Los contagios causan estragos en las ciudades y se están extendiendo a las zonas rurales, muy castigadas ya por las medidas de confinamiento decretadas. Cientos de miles de personas se suma

Texto de Departamento de Comunicación.

La segunda ola de coronavirus golpea al país con gran virulencia. Los contagios causan estragos en las ciudades y se están extendiendo a las zonas rurales, muy castigadas ya por las medidas de confinamiento decretadas. Cientos de miles de personas se suman a las listas de afectados y el número de muertos no cesa de aumentar.

En los primeros días de mayo, momento en el que se escribe este texto, los socios locales de Manos Unidas nos hablan de terror e impotencia. Desde Bombay, en el estado de Maharashtra, uno de los más castigados por esta segunda ola de coronavirus, el padre Rolvin de Mello describe un panorama desolador: «Hay una gran escasez de medicamentos y de camas hospitalarias y una gran falta de oxígeno. Veo gente corriendo en todas direcciones, desesperadamente, intentando salvar a sus seres queridos», relata desolado. El religioso indio asegura que la realidad «supera a cualquier película de terror que se pueda imaginar». Para el padre de Mello, el único modo de aliviar esta situación sería una intervención inmediata del Gobierno que pusiera fin a la relajación de las medidas de prevención entre la población.

Según el padre Franklin Menezes, socio local de los Servicios Sociales de Calcuta, tanto los procesos electorales que tuvieron lugar en cuatro grandes estados y que congregaron a miles y miles personas en mítines y reuniones, como el evento religioso Kumbh Mela –que atrajo a millones de peregrinos sin el menor control de seguridad—, son algunos de los motivos por los que esta segunda ola se ha extendido con tanta rapidez. «Nos enfrentamos a una situación que hemos creado nosotros mismos. Estamos avisados desde la primera ola de marzo de 2020 y no escuchamos, no aprendimos y no actuamos. Y las consecuencias de esto son las que estamos viviendo ahora», lamenta. Y lo más trágico de esto, asegura el padre Menezes, es que «India, un país que produce millones de vacunas para su distribución internacional, no tiene suficientes unidades para su propia población».

Así nos lo explican también desde un centro hospitalario convertido en el «hospital covid» de la cuidad de Pune: «Estamos apañándonos como podemos, pero nos preocupa mucho la escasez de oxígeno y de medicamentos importantes. Solo estamos realizando las cirugías urgentes para no gastar oxígeno. Tenemos las UCI llenas y hay gente muriendo porque no hay sitio en las unidades de cuidados intensivos. También nos faltan vacunas y no sabemos cuándo llegarán. Nuestro personal, sobre todo las enfermeras, está muy cansado».

«La situación es tan desesperada que, como sucedió al inicio de la pandemia, estamos adaptando nuestros proyectos para hacer frente a las necesidades más inmediatas», explica Ramón Álvarez, coordinador de proyectos de Manos Unidas en Asia. «Estamos autorizando que parte de los fondos de proyectos en marcha se utilicen para la compra de medicamentos». «Nuestros socios están redoblando sus esfuerzos para que las comunidades más afectadas comprendan la importancia del distanciamiento social y la higiene, ya que en los últimos meses se habían relajado por una falsa sensación de seguridad», asegura Álvarez.

Desde que comenzó la pandemia, Manos Unidas ha aprobado 36 proyectos de emergencia por importe de 378.000 €, destinados a paliar las consecuencias del coronavirus entre los grupos de población más vulnerables de India. Además, se ha autorizado el cambio de actividades en más de 100 proyectos para cubrir las necesidades sobrevenidas con la crisis sanitaria ●

Asia

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2021-06-22T07:00:00.0000000Z

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