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Resumen ejecutivo

Al menos un cuar to de millón de niños y niñas sirios1 vive bajo un brutal asedio en zonas que en la práctica se han conver tido en cárceles al aire libre. Ellos y sus familias están aislados del mundo exterior, rodeados de grupos de combatientes que utilizan el asedio de forma ilegal contra la población civil como arma de guerra, impidiendo que alimentos, medicinas, combustible y otros suministros esenciales entren y que las personas huyan. En medio de la espiral de atrocidades en Siria, estos niños están entre los más vulnerables. Quieren que el mundo escuche su historia.

Este informe aspira a arrojar luz sobre la aterradora realidad de la vida y de la muer te que los ciudadanos están afrontando, especialmente los niños y niñas, en las zonas asediadas de Siria, y muestra la necesidad urgente de que la comunidad internacional adopte medidas. Para la elaboración de este informe, Save the Children y sus socios han realizado 22 grupos de discusión con 126 madres, padres y niños y niñas que viven en zonas bajo asedio en Siria, así como 25 entrevistas en profundidad con grupos locales de ayuda, médicos, maestros y par ticulares (para más información, véase el Cuadro de Metodología).

Estas discusiones ilustran una imagen de enorme sufrimiento e injusticia, de niños enfermos muriendo mientras que los medicamentos que necesitan están al otro lado del puesto de control, y de niños y niñas forzados a comer hojas o comida para animales a tan solo unos kilómetros de los almacenes de comida. Familias que se congelan de frío incapaces de encontrar combustible, rasgan el relleno de los colchones en busca de algo que quemar, mientras que los niños se esconden por miedo a los bombardeos y a las bombas de barril (grandes barriles de metal llenos de explosivos que caen indiscriminadamente) que siguen bombardeando a una población atrapada. Más del 22% de los bombardeos aéreos en Siria durante 2015 se produjeron en zonas que ahora Naciones Unidas clasifica como asediadas. Los médicos operan sin electricidad ni 2 equipamiento básico, y los colegios se ocultan bajo tierra en un intento desesperado de mantener a los niños y niñas a salvo de las explosiones.

“Cuando oigo el ruido de una bomba o de un avión me da mucho miedo y corro a escapar y a esconderme debajo de mi cama.” – Ahmed, un niño de Douma

“A los heridos se les deja morir porque no hay medicamentos para salvar sus vidas.” – Haya, madre en Ghouta oriental

Después de cinco años de conflicto, el sufrimiento de las comunidades asediadas, algunas de ellas llamadas “campos de las muer te”, es quizás la prueba más impactante del 3 fracaso de la comunidad internacional. Desde 2014 el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas (ONU) ha aprobado cinco resoluciones – una cada cuatro meses y medio– exigiendo un acceso libre humanitario, a pesar de lo cual el 4 asedio a pueblos y ciudades en toda Siria es más contundente que nunca. El número de personas bajo asedio aumentó más del doble durante el año pasado. 5

El acceso a estas zonas por par te de organizaciones humanitarias es vir tualmente inexistente y se redujo aún más durante el pasado año. Menos del 1% de las personas bajo asedio recibió ayuda alimentaria de la ONU en 2015 y solo alrededor del 3% obtuvo asistencia médica. En diciembre de 2015, la única ayuda de la ONU 6 que podía distribuirse en las zonas asediadas fueron libros de texto para 2.661 niños y niñas. El Secretario General 7 describió la cantidad de ayuda que llegaba esas áreas como “lamentable”. 8

“Los niños viven al borde la muerte. Se ven forzados a comer hojas, está prohibido entrar incluso harina y leche.” – Ra’ed, trabajador humanitario en Moadamiyeh

A pesar de los peligros y dificultades, las agencias de ayuda sirias colaboran estrechamente con las comunidades locales y con la sociedad civil para obtener ayuda donde sea y siempre que sea posible: muchas lo hacen poniendo sus vidas en riesgo por hacerlo por vías no oficiales. Pero en tales condiciones, nos cuentan que luchan para proporcionar cualquier cosa por encima del mínimo indispensable, y a menudo ni siquiera, y la mayor par te de los niños y las familias quedan fuera de su alcance.

La declaración del Grupo Internacional de Apoyo a Siria (GIAS) del 11 de febrero de 2016, que reúne a todos los poderes relevantes a nivel regional e internacional, puede ser un punto de inflexión para quienes viven bajo el asedio. El GIAS acordó trabajar con las par tes en Siria para poner fin a las hostilidades y establecer un Grupo de Trabajo Humanitario que garantice que el acceso inmediato a la población civil bajo asedio y a zonas difíciles de alcanzar está asegurado. El siguiente movimiento de ayuda hacia las zonas asediadas es positivo, pero está tan lejos de representar una pequeñísima par te de lo que se necesita: no se permite que los convoyes entren suministros esenciales. Aún no se han permitido las evacuaciones médicas y ahí están los cientos de personas que no tienen acceso a un tratamiento médico que les salvaría la vida. El acceso humanitario tiene que ser constante y continuo, no para distribuciones aisladas, ya que miles de niños y sus familias siguen sufriendo bajo el asedio.

Ningún niño debería tener que vivir bajo estas condiciones. Las par tes en conflicto tienen la obligación, en vir tud de la legislación internacional, de permitir que la ayuda humanitaria llegue a las zonas sitiadas. A los niños y al resto de civiles se les han negado sus derechos en estas zonas durante demasiado tiempo, con consecuencias desastrosas. No puede permitirse que continúe esta intolerable situación.

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2016-03-09T08:00:00.0000000Z

2016-03-09T08:00:00.0000000Z

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