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Morir por falta de medicamentos

“Aquí el centro médico no tiene más que una mesa, un esterilizador y una gasa. Incluso se deja morir a los heridos porque no hay material disponible para salvar sus vidas.” – Haya, una madre en Ghouta oriental.

En 16 de los 17 grupos, los participantes informaron de que los niños de sus comunidades han muerto de diferentes enfermedades porque no disponen de medicamentos o atención médica suficiente debido al asedio.

Los 17 grupos de adultos dijeron que algunos medicamentos básicos se han agotado, mientras que en 14 grupos se dijo que existe escasez de médicos y de instalaciones médicas.

En 15 de los 17 grupos de adultos se informó de que los centros médicos locales habían sido atacados o destruidos.

En el asedio de la ciudad de Moadamiyeh, a pocos kilómetros al sureste de Damasco, el personal médico se tuvo que enfrentar a un dilema cuando se les terminaron las bolsas de goteo intravenoso para recién nacidos y no pudieron conseguir más. Su única opción era utilizar bolsas que normalmente se utilizan para los catéteres. Salvaron muchas vidas, pero tres bebés murieron por infecciones. 36

Cerca de Yarmouk, una madre con desnutrición dio a luz a su primer hijo. Dos días después, el bebé cayó enfermo y, sin acceso a cuidados médicos apropiados cerca de su casa, la madre intentó llevar a su hijo a un hospital de otro vecindario. A pesar de sus protestas, tuvo que esperar cinco horas en el puesto de control, donde la hicieron volver atrás y le impidieron salir. Su bebé murió poco después. 37

Estas muertes trágicas y evitables se han vuelto habituales en las zonas sitiadas, donde se bombardean hospitales y clínicas de forma rutinaria, se impide la entrada de medicamentos que salvarían vidas y de donde los pacientes enfermos no pueden salir. Los médicos operan lo mejor que pueden con lo poco que tienen y su propio ingenio. Los entrevistados hablaron de médicos que tenían que llevar a cabo operaciones de vida o muerte a la luz de velas o utilizando viejas tuberías de agua como tubos de ventilación. Las familias buscan en las calles mantas y ropa tirada o trozos de tela que puedan hervirse, en un intento de esterilizarlos, para utilizarlos como vendas. Otras voces narran una vuelta a los métodos tradicionales, como masajear a los niños con aceite y tratar las fracturas con férulas hechas en casa vendadas con trozos de tela. Incluso cuando existe equipo disponible, la falta de electricidad puede hacer casi imposible el uso fiable de las máquinas de rayos–x o de las botellas de oxígeno.

Hanan es enfermero y trabaja en un hospital de campo en la zona sitiada al norte de Homs: “No disponemos de las cosas más básicas, anestésicos, analgésicos, medicación para enfermedades crónicas como cardiopatías, diabetes o hipertensión. No tenemos inyecciones de antiinflamatorios, jarabes para la tos o medicamentos contra la diarrea. Utilizamos papel en vez de apósitos médicos. Muchas veces utilizamos objetos sin esterilizar. No podemos almacenar sangre: tenemos que encontrar a un donante compatible durante la misma operación. Cuando estos productos están disponibles, los precios son altos, están a punto de caducar y para cuando los conseguimos han perdido su efectividad.” El doctor Nizar, que trabaja en Ghouta oriental, nos dijo que ha visto morir a muchos niños durante los asedios a causa de enfermedades evitables: “Algunas muertes fueron el resultado de la desnutrición y otras de la falta de medicamentos y vacunas. Aquí los niños mueren debido a la rabia porque no disponemos de vacunas. Las enfermedades de la piel y del estómago se han extendido porque el régimen cortó el suministro de agua y la gente depende de los pozos de agua superficial, que a menudo están contaminados con aguas residuales. A los niños les afectan especialmente las inflamaciones pulmonares y las infecciones, debido a la gran cantidad de humo emitido por las explosiones.” Muchas instalaciones médicas han sido totalmente cerradas: los ocho centros de salud de Deir Ezzor han cerrado debido a falta de suministros y de personal. 38 Incluso cuando se aprueba la entrada de un convoy, suelen sacar los suministros médicos y quirúrgicos vitales. En julio de 2015, Naciones Unidas obtuvo permiso para distribuir medicamentos para niños en Douma por primera vez en 18 meses. Sin embargo, el Gobierno sacó los antibióticos y los antiparasitarios, necesarios para tratar infecciones. 39

Una agencia de ayuda local informó de que los puestos de control están equipados con máquinas que escanean y eliminan cualquier medicamento líquido.

Con mucha frecuencia se obstaculiza la salida de las personas que necesitan tratamiento de especialistas. Por ejemplo, en Madaya, se identificó a más de 400 personas que necesitaban evacuación médica, pero solo se permitió salir a 37.40 En los últimos meses, se ha impedido la salida de 17 pacientes de diálisis del norte rural de Homs, que tenían que recibir tratamiento en la ciudad de Homs. 41

“[Cuando un niño cae enfermo] la única solución es llevarlo a Damasco para un buen tratamiento. Pero ir Damasco implica tener buenas relaciones con las personas adecuadas. Si no tienes buenos contactos, no habrá tratamiento, y lo que espera a ese niño es la muerte segura.” – Um Sayid, madre en Douma

Una organización que administra una farmacia gratuita dijo que, de media, no pueden proporcionar la mitad de los medicamentos que le han recetado a la gente. Cuando los medicamentos están disponibles se racionan cuidadosamente: “La gente puede que tenga que tomar una pastilla cada dos días, en vez de cada seis horas”, nos contó un entrevistado. El riesgo de fallo renal crece para los pacientes de diálisis debido a la interrupción del tratamiento. La insulina es especialmente escasa, así como 42 todos aquellos medicamentos y vacunas que tienen que conservarse sin romper la cadena de frío. “Podemos esperar hasta cuatro horas al sol en los puestos de control y los cortes de electricidad duran gran parte del día... incluso cuando conseguimos medicamentos, a menudo ya son inutilizables”, nos dice un trabajador de asistencia humanitaria. El resultado es que la mayor parte de los niños y niñas no han recibido todas las vacunas contra enfermedades evitables.

“Había una niña pequeña, se llamaba Reem, que cogió un virus. Murió porque no consiguió atención médica y no le permitieron dejar la zona para ir a Damasco.” – Layal, una niña en Ghouta oriental

“Los médicos no pueden realizar transfusiones de sangre porque no tienen bolsas de sangre. A un amigo mío tuvieron que amputarle una pierna herida porque no tenían material para tratarle. Un niño pequeño perdió los dos ojos después de un bombardeo porque no tenían las instalaciones donde extraer los fragmentos. Todo esto se hubiera podido evitar si tuvieran permiso para tener incluso el equipamiento y los recursos esenciales.” – Un trabajador humanitario sirio

“Cuando me pongo malo, mi padre me lleva al centro médico que hay cerca de casa, y algunas veces estamos allí más de diez horas antes de ver al doctor. Después comienza el proceso de búsqueda del medicamento, y esto es lo más difícil.” – Yusuf, un niño de Ghouta oriental

“No hay incubadoras disponibles para los recién nacidos. El resultado es que los niños mueren.” – Aboud, un trabajador de la salud en el norte de Damasco

Todos los grupos de discusión relataron que los niños y niñas, ya debilitados por la desnutrición, sufren numerosas enfermedades que deberían ser fácilmente evitables y tratables. Se informó de casos de ictericia en siete de los 22 grupos; otras enfermedades comunes son la diarrea, catarros o neumonía, causadas por el frío del invierno y la falta de combustible y calefacción, enfermedades respiratorias, provocadas por los bombardeos o por quemar leña o plástico (cuando no queda leña), y asma. También se ha informado ampliamente de casos de fiebre tifoidea, leishmaniasis y hepatitis.

Las zonas asediadas son el caldo de cultivo para enfermedades transmitidas por el agua. En una encuesta de 2015, de 584 familias de varias zonas sitiadas o de difícil acceso, más de un tercio de ellas informó de que 47 al menos un miembro de la familia había padecido diarrea en el último mes, la mayoría de ellos niños y niñas menores de cinco años, cuyo sistema inmunitario es el más débil. Esto es preocupante en extremo, dado que la diarrea es la segunda causa de muerte infantil en todo el mundo para los menores de cinco años.

El bombardeo de infraestructuras ha destruido depósitos de agua, tuberías y embalses, y la escasez de combustible significa que las bombas de agua raramente funcionan. En muchas zonas, las fuerzas de asedio han cortado el suministro de agua. Además, las precipitaciones han sido las más bajas de los últimos 50 años, así que las familias 48 a menudo tienen poco o ningún acceso a agua limpia. Muchas personas dependen de la compra del agua que llega en camiones desde los pocos pozos que funcionan, y a veces su precio es prohibitivo. Con frecuencia el agua está contaminada con bacterias, pero la mayor parte de las familias alegan que no pueden permitirse ni el sencillo paso de tratarla. En las zonas bajo asedio del sur de Damasco, una organización nos relató que solo un de los 15 pozos proporciona agua potable. En Deir Ezzor, donde hay agua disponible una vez a la semana y durante tres horas, las reservas de cloro se agotaron en junio de 2015.49 Es una ironía trágica que, mientras en las zonas sitiadas la lucha es por encontrar cloro para purificar el agua, las partes del conflicto supuestamente han utilizado cloro gaseoso para atacar y matar a la población civil. 50

“Mi hija se puso enferma y desde hace un tiempo necesita mediación. Todo lo que he podido encontrar son algunos medicamentos que caducaron hace un año.” – Ala’a, un padre en Ghouta oriental

El invierno trae mayores retos para la salud. Las temperaturas bajo cero y las nevadas significan una lucha diaria para mantener calientes a los niños. El combustible es escaso y su precio, prohibitivo. En los primeros años del asedio muchas familias cortaron los árboles para encender fuego, pero a medida que el asedio se ha mantenido en el tiempo, los recursos han sido agotados. Para estas zonas esto tendrá graves consecuencias ambientales a largo plazo, pero en lo inmediato, deja a las familias congelándose de frío y cada vez más expuestas a enfermedades. Durante este invierno de 2016 los casos de hipotermia y neumonía están creciendo. En las zonas sitiadas alrededor de Damasco, se quema la ropa que no se utiliza y cualquier cosa que se encuentre para mantenerse caliente. Las familias suelen quemar trozos de plástico, lo que está generando problemas respiratorios en los niños y niñas.

“Sacamos el relleno de los colchones, la lana y el algodón, para encender la estufa y dar a los niños un poco de calor.” – Um Khaled, una madre en Ghouta oriental

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2016-03-09T08:00:00.0000000Z

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