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Una generación de niños bajo asedio

“Aquí ya no hay niños, son adultos pequeños.” – Rihab, una madre en Ghouta oriental

Los cinco grupos de discusión de niños y niñas declararon que viven con un miedo constante a las bombas y al fuego de artillería.

Los 17 grupos de adultos señalaron cambios significativos en el comportamiento de sus hijos durante el asedio.

En 13 de los grupos de adultos había preocupación por el hecho de que los niños se estaban volviendo más agresivos, mientras que en 14 se dijo que los niños y niñas se habían vuelto miedosos, deprimidos o retraídos.

En 16 de los 22 grupos se dijo que los niños tienen que asumir cada vez más tareas de “adultos”, como buscar agua o material para el fuego, o trabajar para ayudar a sus familias.

Cientos de miles de niños y niñas están atrapados en zonas asediadas corriendo un peligro extremo y son asesinados con una frecuencia aterradora. Durante dos semanas en diciembre de 2015, los bombardeos mataron a al menos 29 niños en las zonas sitiadas de Ghouta oriental. Los 68 grupos de derechos humanos han acusado al Gobierno sirio de utilizar armas prohibidas a nivel internacional, incluyendo gas sarín y bombas de racimo, en las zonas sitiadas, y de utilizar sistemáticamente armas explosivas y bombas de barril en zonas habitadas donde es inevitable el daño a la población civil. 69

En 2015, el 22% de los bombardeos aéreos en Siria se produjeron en zonas que ahora la ONU clasifica como sitiadas. En las zonas bajo asedio caen más bombas de barril que en otras zonas, mostrando menos precisión y finalidad estratégica militar. Esta tendencia de atacar las zonas sitiadas ha crecido de forma espectacular en la última parte del pasado año. Los 70 residentes de Darayya informaron de que a finales de 2015 les atacaban con 40 bombas de barril al día. Las minas 71 de tierra y los francotiradores también producen muchas bajas entre la población civil, incluyendo niños y niñas, cuando intentan huir.

Los lugares donde los niños deberían sentirse seguros ahora son mortales, como colegios, hogares y parques infantiles, han sido atacados en su totalidad. Muchos de los hogares de los niños y niñas han sido bombardeados y les faltan puertas, ventanas y aislamiento para los fríos meses de invierno. En septiembre de 2015, justo después de la festividad santa del Eid, docenas de niños fueron al parque infantil local de Al Waer. El parque infantil fue atacado por la artillería y muchos de los niños y niñas murieron.

A pesar de la severidad de los asedios y de todos los problemas que los niños que viven en esas zonas afrontan, casi todos los niños y niñas entrevistados para este informe dijeron que lo que más les asusta son los bombardeos aéreos y el fuego de ar tillería.

“Lo que más miedo me da es el fuego de la artillería, los aviones y las bombas, que puedes oír ahora mismo, mientras te digo esto.” – Ahmed, un niño en Douma

“Cuando oigo el ruido de una bomba o de un avión me entra mucho miedo y corro a esconderme debajo de la cama.” – Mounif, un niño en Ghouta oriental

“Todos los días son parecidos; lo único nuevo es la hora en que caerán las bombas. Me paso el tiempo escondido en casa, con miedo a que me alcancen. Nos hemos adaptado y acostumbrado [a vivir bajo un asedio], pero las bombas nos asustan muchísimo y no te puedes acostumbrar a ellas.” – Anas, un niño en Ghouta oriental

La guerra y el asedio han dejado profundas heridas psicológicas en los niños y niñas, muchos de los cuales han sido testigos de una violencia extrema. Padres, profesores y trabajadores de la salud informan de una variedad de síntomas comunes entre los niños a los que atienden: mojar la cama y micción involuntaria durante las clases, pesadillas recurrentes, tartamudeo y dificultades en el habla y aislamiento social. Los servicios de salud mental raramente están disponibles72 y los padres y madres en todos los grupos de discusión estaban preocupados por cómo ha cambiado el comportamiento de sus hijos durante el asedio. Padres y madres en 13 de los 17 grupos de adultos dijeron que los niños se están volviendo más

agresivos, mientras que muchos otros se han vuelto más retraídos, están deprimidos y aislados de los amigos. Muchas de las personas entrevistadas comentaron que los niños están perdiendo la esperanza en el futuro.

“Debido al continuo bombardeo, los niños pasan el tiempo solos, en los sótanos, lejos de sus amigos y de la luz del sol. Mi hijo se ha vuelto más introvertido y agresivo.” – Abu Ziad, un padre en Zamalka

Estos eventos traumáticos, junto con los efectos a largo plazo de la desnutrición, es probable que afecten a los niños y niñas durante muchos años, mucho después de que los asedios finalmente terminen.

Muchos niños, bien sea debido a la pobreza o la muerte de sus padres, han tenido que asumir responsabilidades de adultos y cuidar de sus familias. A menudo son forzados a trabajar en granjas o talleres mecánicos o rebuscando en las calles cualquier cosa que se pueda comer o vender. Muchos pasan varias horas al día juntando leña o plástico para quemar y calentarse. Y esto viene acompañado de riesgos adicionales, como muestran algunos informes que hablan de niños abducidos mientras recogían leña.

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“En la situación actual, los niños se han convertido en padres y madres. Tienen que proporcionar leña, agua, trigo, ocuparse de sus hermanos pequeños...” – Mamdouh, un padre en Douma

Los grupos armados también hacen presa de la desesperanza y desesperación de los niños y les reclutan para luchar en las líneas del frente o para buscar recursos entre la basura. La presión de los amigos lleva a algunos niños a unirse a grupos armados, mientras que para otros es la única manera de conseguir comer todos los días. Según informaciones, algunos grupos armados pagan hasta 150$ al mes, otros, 50$ o menos. “Tan pronto como cumplen 12 años, la presión para que tomen un arma y luchen está ahí”, dijo un trabajador social, quien subrayó que la falta de colegios ha creado un vacío que llenan los militares y los grupos extremistas. En algunas zonas, los entrevistados narraron cómo se busca reclutar a niños de tan solo ocho años. Un representante de un ayuntamiento del norte de Homs nos dijo: “El desempleo y la falta de oportunidades en el futuro es la causa de que jóvenes se unan a organizaciones yihadistas para obtener dinero y ayudar a sus familias.”

“La situación ha hecho más violento el comportamiento de los

niños. Incluso cuando juegan, juegan a la guerra,

tanques, soldados, ejércitos. La situación ha afectado a su estado mental.” – Farah, una madre

en Ghouta oriental

Otros entrevistados declararon que la religión es su única fuente de esperanza:

“El largo asedio ha forzada a la gente a intentar resistir esta nueva y difícil situación, porque no pueden hacer otra cosa. La religión da a la gente la paciencia que necesitan para hacer frente al asedio. Solo esperan una solución de Dios, porque el mundo entero ha participado en el asedio. Todo lo que obtenemos del mundo son falsas promesas.” – Sandra, una estudiante universitaria del norte de Homs

Los trabajadores sociales han notado un aumento en las denuncias de abusos sexuales contra chicas adolescentes y de adolescentes que han buscado en las drogas un alivio a su miseria diaria, así como en niños que mendigan y cometen delitos menores: son las respuestas ante su desesperante pobreza. En las pocas zonas donde hay electricidad, los entrevistados informaron de que los jóvenes se han vuelto hacia las redes sociales como una vía de escape y para encontrar amigos en lugares “normales”.

Los asedios han causado el desmoronamiento de unidades familiares y estructuras sociales tradicionales. La separación de las familias fue un tema recurrente en los grupos de discusión: padres que simplemente desaparecen o se quedan atrapados al otro lado de un nuevo puesto de control. En algunos colegios apoyados por Save the Children los profesores explicaron que hasta el 60% de los alumnos han sido desplazados o separados de sus familias.

Um Jalal huyó con sus tres hijos pequeños de un bombardeo alrededor de su casa:

“Pensé que sería para un mes, pero después del tercero mi marido intentó volver a casa para coger ropa y otras cosas para los niños, sin embargo en el puesto de control no le dejaron traer nada.”

Su marido, Ahmed, intentaba buscar un trabajo cuando le pararon en un puesto de control y se lo llevaron:

“No le he visto desde entonces. Cuando se llevaron a su padre, mi hija intentó suicidarse. Mi hijo ha suspendido en el colegio, no podía poner sus ideas en orden. La presión y las condiciones afectan de forma inevitable la psicología de los niños.”

Algunas comunidades informan de un aumento de los matrimonios infantiles durante los años de asedio; los padres, incapaces de mantener a sus hijas, las casan con alguien en posición de hacerse cargo de ellas y garantizarles protección. El aumento del desempleo y el estrés diario de vivir bajo asedio también causa tensiones en casa: un grupo de discusión de mujeres de Ghouta oriental informó de más de 150 casos de divorcio en tres meses, una cifra anormalmente alta en la zona.

La guerra ha generado una alta cifra de huérfanos en las zonas bajo asedio, y no hay redes formales de apoyo para esos niños y niñas, aunque muchos de ellos son acogidos por familiares o amigos de la familia. Algunos reciben apoyo de ONG locales, pero otros tienen que arreglárselas por ellos mismos.

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2016-03-09T08:00:00.0000000Z

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