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Tal y como este informe ha mostrado, los niños y niñas sirios es a quien más afectan los asedios, con consecuencias devastadoras. Los niños de las zonas sitiadas están entre los más vulnerables y los que más privaciones sufren en este largo y brutal conflicto. Están siendo bombardeados, pasando hambre y muriendo por enfermedades evitables. Los horrores que ningún niño debería presenciar se han convertido en parte de la vida de los niños y niñas que viven bajo asedio.

El Consejo de Seguridad de la ONU ha adoptado por unanimidad cuatro resoluciones (2139, 2165, 2191 y 2258) que, entre otras cosas, exigen que la ayuda humanitaria pueda entrar en las zonas sitiadas. Estas medidas no han conducido a un cambio tangible en la situación sobre el terreno. Los Miembros del Consejo de Seguridad no han sido capaces de garantizar que las partes en conflicto cumplan con sus exigencias ni con sus obligaciones legales, ni han tomado medidas ante el incumplimiento.

La asistencia humanitaria es un derecho al amparo de la legislación internacional humanitaria, e impedir deliberadamente el reparto de suministros de socorro como parte del uso del hambre de la población civil como método de guerra, es un crimen de guerra. Después de cinco años de sufrimiento y de multitud de pruebas de la atroz situación en las zonas sitiadas, la comunidad internacional no puede alegar falta de información. Ya no puede haber más justificaciones para negar el acceso a alimentos, agua y cuidados médicos a los niños, mujeres y hombres que se mueren de hambre y que tienen derecho a ello.

Save the Children exige con urgencia que:

Las partes del conflicto deben:

Abandonar de inmediato el uso de los asedios como una táctica en el conflicto y sentarse a la mesa de negociación para llegar a un acuerdo final y poner fin a la violencia que ha destrozado tantas vidas inocentes.

Garantizar un paso seguro y continuado para que las agencias humanitarias distribuyan ayuda a la población necesitada, incluyendo el reparto de alimentos, suministros médicos y de calefacción para operaciones urgentes de vida o muerte. Dar prioridad a la distribución de vacunas infantiles, alimentos y nutrientes terapéuticos pediátricos y otros productos para niños, dada su creciente vulnerabilidad en situaciones de asedio.

Permitir la libre circulación de la población civil y, según las normas humanitarias internacionales, facilitar la inmediata evacuación de quienes necesiten tratamiento, dando prioridad a los niños y niñas.

Cesar los ataques a colegios, hospitales y otras infraestructuras civiles esenciales, abstenerse de utilizar armas explosivas de amplio impacto en zonas habitadas y garantizar que cumplen con sus obligaciones internacionales.

El Consejo de Seguridad de la ONU y quienes tengan influencia sobre las partes en conflicto, representados en el Grupo Internacional de Apoyo a Siria, deben:

Abstenerse de utilizar la ayuda como una baza en la negociación política, y disociar las negociaciones sobre el acceso del alto el fuego y del debate sobre el cese de las hostilidades. Exigir a las partes en conflicto que rindan cuentas sobre su obligación de facilitar la distribución de ayuda humanitaria a quienes lo necesitan.

Crear una Misión del Consejo de Seguridad de la ONU que visite las zonas bajo asedio en Siria, dada la incapacidad de implementar las resoluciones del CSNU, y evalúe de primera mano la nefasta situación, centrándose en garantizar un acceso humanitario continuado y libre de obstáculos.

Garantizar que el nuevo Sistema de Alerta Temprana de la ONU para zonas asediadas tiene respaldo pleno y no se ponen trabas a la recogida y presentación imparcial de datos, y que dicho sistema integra la información recogida en los informes del Secretario General. Tomar medidas sensibles y basadas en la información recibida.

El Grupo de Trabajo Humanitario del Grupo Internacional de Apoyo a Siria debe:

Garantizar que se concede acceso constante y continuado a las zonas sitiadas y de difícil alcance, en lugar de convoyes excepcionales, como ocurrió en labores de ayuda anteriores, por ejemplo en Madaya. Obtener con una sola solicitud permiso para repartos quincenales múltiples y regulares, en lugar de aprobaciones individuales.

Priorizar y garantizar las evacuaciones médicas y paso seguro a todas las zonas sitiadas, y prever el acceso constante de equipos médicos a las zonas bajo asedio para tratar y evaluar casos. En Madaya hay menos de 40.000 personas sitiadas y se han identificado 400 casos urgentes en los que hay que evacuar para dar el tratamiento que puede salvar esas vidas.

Poner en marcha un sistema de seguimiento de los repartos de ayuda, con informes públicos a nivel de las comunidades, para garantizar que los convoyes efectivamente llegan hasta las personas que más lo necesitan y para evitar repetir incidentes como el de Moadamiyeh en enero de 2016, donde la ayuda se acercó a la población civil pero no llegó a ella. Incluir provisiones dentro de este sistema de seguimiento para responder ante cualquier prueba de que la ayuda está siendo monopolizada, manipulada o eliminada por alguna de las partes en conflicto.

Garantizar que se consulta a los agentes de ayuda locales sirios que ya están repartiendo ayuda en las zonas sitiadas y, donde sea posible, respaldar la expansión de sus labores sin exponerlos a más riesgos. Garantizar, además, que no hay repercusiones sobre las agencias humanitarias que distribuyen ayuda no oficialmente.

Los donantes deben:

Incrementar las inversiones que respaldan la autosuficiencia de las comunidades bajo asedio, aunque se reconoce que la prioridad debería ser trabajar para levantar los asedios de forma inmediata. Orientarse más hacia la distribución de productos duraderos y que se pueden almacenar (como el trigo) y semillas para producir frutas y verduras, siempre que se abran las estrechas ventanas para el reparto.

Ampliar la inversión en tecnologías innovadoras, como paneles y cocinas solares, sustitutas sostenibles de los servicios esenciales que no funcionan.

Flexibilizar la financiación, dado que los socios necesitan con frecuencia dar una rápida respuesta a oportunidades o limitaciones imprevistas, según las situaciones cambian de repente y los asedios aprietan y aflojan.

Apoyar la educación en las zonas bajo asedio formando a profesores y personal docente con un enfoque de la educación sensible al conflicto, incluyendo la forma de mantener seguros a los niños y niñas dentro del colegio. Todos los colegios deberían haber contextualizado los planes de preparación ante emergencias y los procedimientos de seguridad y protección.

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https://lectura.kioskoymas.com/article/281706908784909

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