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Diabetes: 100 años de Insulina, por Marcelino García

Precisamente, ahora, en estos tiempos convulsos del coronavirus se cumple un siglo del descubrimiento de la insulina. Puede ser un momento más en la historia, pero supuso un punto y aparte en la Diabetes, otra pandemia que dejó de ser necesariamente mortal. Actualmente se cree que unos 400 millones de personas conviven con esta patología y se estima que aproximadamente el 8% de la población occidental la desarrollará a lo largo de su vida. Pero detrás de este descubrimiento hay una historia tan confusa como apasionante.

La introducción de la insulina supuso un impacto sólo comparable al del uso de los antibióticos e hizo que, al final de la primera mitad del siglo XX, pacientes con 10 años diagnosticados con Diabetes Mellitus tipo 1 y prácticamente desahuciados consiguiesen prolongar su vida 34 años como media. La génesis de todo este proceso comenzó a finales del siglo anterior y tuvo precursores como Rennie, Fraiser o Zuelzer, quienes, con experimentos tan rudimentarios como la administración de extractos de páncreas en animales de experimentación e incluso probando en humanos, dieron los primeros pasos en la apasionante carrera por entender y buscar solución a esta patología.

Pero una de las figuras más destacadas y a la que la Historia durante mucho tiempo no hizo justicia fue el Dr. Paulescu. Empezó sus investigaciones en París para más tarde retornar a Bucarest donde realizó grandes progresos. Durante 1921 publicó varios artículos con sus avances en la Sociedad Rumana de Biología, en la que describió cómo en animales de investigación -en los que se les extirpaba el páncreas y por tanto aumentaba la concentración de glucosa, urea y cuerpos cetónicos en sangre y orina- se les administraba un extracto pancreático en la vena yugular externa lo que provocaba la eliminación de la hiperglucemia, seguida de hipoglucemia y reducción de los niveles de urea y de cuerpos cetónicos. El inicio de este efecto era casi inmediato, el pico del efecto era a las dos horas y la duración era de unas 12. Intentó, sin éxito, purificar este extracto para evitar indeseados y graves efectos secundarios. A este extracto lo llamó Pancreine y solicitó su patente en Rumanía el 10 de abril de 1922.

Paralelamente, los doctores Banting y Best replicaban en Toronto resultados ya obtenidos por Zuelzer, Paulescu y otros investigadores, llegando a obtener el extracto pancreático que, como en los casos anteriores contenía muchas impurezas que provocaban graves efectos adversos. A pesar de ello y gracias a la mediación del Dr. Macleod, Banting pudo probar por primera vez su extracto el 11 de enero de 1922. Quince milígramos de extracto líquido turbio y marrón claro fueron administrados a un chico de 14 años llamado Leonard Thompson. Su glucemia bajó un poco pero no la cetonuria, además se produjo un absceso en la zona de inyección. La experiencia se consideró fallida y se suspendió el tratamiento.

En este momento, se solicitó la ayuda del doctor Collip, joven bioquímico que, mediante la cristalización del extracto, consiguió la purificación del principio activo. De nuevo el 23 de enero de 1922 se administró a Thompson el extracto de Collip. La respuesta fue inmediata, mejorando sus valores clínicos con una recuperación del bienestar indudable. Leonard Thompson se convirtió en el primer paciente diabético tratado satisfactoriamente y al que le siguieron otros 6 con los mismos efectos. Inmediatamente después, en marzo de ese mismo año en concreto, se publicaron estos resultados en la Revista Canadian Medical Association Journal. Como resultado de todos estos acontecimientos el 12 de abril de 1922 se registró la patente del extracto pancreático purificado. Había nacido la Insulina. A partir de febrero de 1923 y con el perfeccionamiento del proceso de purificación de la insulina, se comenzó su fabricación a gran escala. Supuso un cambio radical para unos pacientes que hasta ese momento no tenían ninguna solución, permitiendo una mejoría en su calidad de vida y una expectativa de vida como jamás hubieran imaginado. Como consecuencia de esta carrera científica, los doctores Banting y Macleod recibieron ese mismo año el premio Nobel. Curiosamente estos dos investigadores estaban enfrentados y provocó la disputa por los méritos de cada uno. El resultado final fue que Banting compartió parte del premio económico con el Dr. Best al que consideraba vital en el descubrimiento y Macleod hizo lo mismo con el Dr. Collip por similares razones.

Como han podido leer en esta breve tribuna que me ha brindado Sector Ejecutivo y que espero poder continuar en el futuro, la ciencia está al servicio de las personas y aporta un irresistible avance en nuestra calidad de vida. Sigamos apostando por la investigación que nos proyecta al futuro ■

SUMARIO

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2021-07-01T07:00:00.0000000Z

2021-07-01T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/281784222095842

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