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Escuela en Movimiento

Carmen Peñalver

“Mi padre siempre quiso que fuera juez, mi madre que fuera libre y dueña de mi propio destino. Y yo, como niña harto curiosa, quería ser: zoóloga, historiadora, arquitecto y, muchas más cosas pero ante todo, desde bien pequeña, quise ser emprendedora… ante ese empeño, mi madre siempre me decía: “pasa por la facultad, estudia varias carreras de “esas” que te organizan la mente y luego, ¡haz lo que quieras!”. Por ello, estudié Económicas y Derecho, así como un Executive MBA en ICADE, entre otros”. “Tras una década trabajando en alta dirección en sectores muy diversos, el apasionante mundo del movimiento llega como respuesta a una necesidad vital: pasaba demasiadas horas sentada en eternas reuniones, frente a pantallas de ordenadores; trabajaba 7 días de 7 y mi vida estaba absolutamente orientada a los objetivos. A pesar de mi juventud, comencé a tener todo tipo de molestias, sueño poco reparador, malas digestiones, falta de energía y muchos más síntomas de alerta; en definitiva, me sentía ¡vieja!”. “Busqué formas de cuidar de mí misma, pero nadie me daba lo que necesitaba y fiel a mi carácter curioso, me dije… ¡pues lo estudio por mi cuenta! Y así, pasados unos años de estudio e introspección, nació mi proyecto, basado en ofrecerle a mis clientes, aquello que yo misma buscaba como tal y no encontré”.

Así nos explica Thalía Calviño cómo llega el Mundo del Movimiento a su vida.

Háblenos más sobre eso que necesitaba y no encontró y fue el germen de la propuesta de valor de su Escuela. ¿Es algo que diez años después siguen necesitando los directivos?

Sólo quienes tienen un equipo a su cargo y proyectos con exigentes objetivos

a cumplir saben el desgaste que ello implica: viajes, desorganización horaria, comidas inadecuadas, habitaciones de hotel, continua gestión de personas y estrés, mucho estrés… Para poder compensar todo ello, y evitar, no sólo un envejecimiento prematuro, sino un mayor rendimiento en todos los aspectos de nuestra vida -no sólo profesional sino también personal- hemos de encontrar un equilibrio cuerpo-mente que se logra practicando ciertas técnicas neuromusculares impartidas por profesionales adecuadamente cualificados. Y estas necesidades son cada vez más acuciantes, puesto que el mercado laboral es cada vez más competitivo y la vida laboral más larga.

Pero no le parece que estas necesidades ya están resueltas en muchos centros de fitness ¿Qué hace de especial Thalía Calviño para solucionarlo?

No lo creo así. Considero que la clave para estar sano y fuerte, comienza no por el fitness, sino por el wellness. Es decir, la clave está en practicar de base, técnicas de entrenamiento neuromuscular funcionales que nos sirvan para la totalidad de nuestras acciones diarias; que nos reeduquen posturalmente y tonifiquen nuestra musculatura profunda, de forma que acciones repetitivas de nuestra vida diaria (tales como conducir, sentarse frente a un ordenador, utilizar dispositivos móviles, levantar pesos, etc.) dejen de ser lesivas. Utilizo como hilo conductor el inigualable Método Pilates originalmente denominado “Contrología”, pero enriquecido con multitud de conceptos de anatomía aplicada al movimiento para potenciar ese autoconocimiento anteriormente mencionado, que es tan determinante a la hora de dar un giro a nuestra salud. Por ello, me comprometo a acompañar al cliente a través de ese camino de autoconocimiento, ofreciendo todo aquello que he descubierto en mí misma, que he aprendido y sigo aprendiendo. Así enseño yo a mis clientes a conocerse: a través del movimiento para que logren a su vez, moverse mejor sea cual sea su forma de vida y, moviéndose mejor, puedan sentirse mentalmente más ágiles, despiertos y serenos.

Dice que enseña a través del movimiento, que no es un centro de fitness

ni un estudio de pilates, yoga o demás. Parece un concepto un poco confuso. ¿Puede explicárnoslo más en profundidad?.

Lo primero que debe hacer un ser humano es tomar conciencia de su propio cuerpo. Aprender a entender cómo estamos organizados anatómicamente, cuáles son nuestras cadenas musculares fuertes y débiles, qué zonas son las flexibles y cuáles están rígidas, es esencial para ganar salud y evitar lesionarse en las acciones diarias repetitivas, pero también en aquellos deportes a los que seamos aficionados. En caso contrario, estaremos potenciando aún más nuestras asimetrías, máxime si la persona tiene algún problema articular, escoliosis u otros.

Poder descubrir esto en mí constituyó un cambio decisivo en mi vida: sólo si aprendemos cómo estamos “fabricados”, cuáles son nuestros puntos débi

les, fortalezas, amenazas y oportunidades podremos iniciar un camino hacia la buena salud integral.

Por ello, mi centro no es un gimnasio, ni un estudio, es una Escuela.

Una Escuela en la que se aprende ¡cómo no! a través del movimiento.

Por lo que vemos entonces usted se enfoca más hacia una formación preventiva a través del movimiento que curativa. ¿Qué opinión tiene sobre esto? ¿Puede curar el hacer ejercicio de forma adecuadamente dirigida? Nuestro cuerpo está diseñado para moverse. Y en función a cómo lo movamos (o no) se organiza de una manera u otra, pues siempre entran en actuación mecanismos de compensación anatómicos para sobrevivir. Es decir, si lo maltratamos, se organizará para poder seguir funcionando, pero, como es lógico, causando daños profundos en articulaciones, ligamentos y demás. Por lo tanto, no todo movimiento cura. Pero, ¡hay que moverse!

Por ello, lo más apropiado independientemente de la edad, condición física y tipo de vida, es comenzar por practicar técnicas de reaprendizaje funcional que nos preparen para poder desenvolvernos mejor en todas las facetas de nuestra vida, incluidas aquellas actividades deportivas que nos gusten. Es un grave error, pasar de la mesa de despacho y el avión a una cancha de tenis o a practicar footing. Hay muchas actividades físicas, como las mencionadas, que deben practicarse porque uno está fuerte no para ponerse fuerte. Tomar en cuenta este aspecto es esencial para protegernos y fortalecernos.

Una de las principales referencias en el Método Pilates en USA, el Dr. Brent Anderson, siempre nos decía: “usted quiere jugar a golf, ¡bien!; quiere correr, ¡bien!, quiere hacer pesas, ¡bien!... ¿primero? ¡practique un mínimo de 2 años el Método Pilates adecuadamente impartido! ¿luego? ¡haga lo que le venga en gana!

Esta reflexión, me pareció al principio exagerada. 10 años más tarde, la suscribo al pie de la letra.

A mi escuela no dejan de llegar personas con hernias discales y lesiones diversas que corrían, jugaban al golf o al paddle con una pésima organización corporal. Dichas disciplinas, lejos de causarles un beneficio, les estaban lesionando. Varios años más tarde, no sólo pueden retomar dichos deportes, sino que los entienden y practican infinitamente mejor, sencillamente (o, no tan sencillo) porque ¡han aprendido a conocerse!

Y, si nos conocemos, por descontado que el ejercicio bien ejecutado ¡cura!

Menciona la importancia clave de la conciencia corporal y de integrar las técnicas y métodos que enseña en la vida diaria de sus clientes como complemento. ¿Puede ponernos algún ejemplo práctico?

Tengo multitud. Tantos como clientes, pero compartiré el de un alto funcionario de la administración gallega -muy aficionado al golf- que vino a mí con 62 años y muchos dolores musculares. Tras realizar el análisis corporal y verlo en movimiento varias veces, pude percatarme, no sólo de su hípercifosis, sino de que su capacidad rotacional hacia un lado no existía. Ello le había producido una importante diferencia de masa muscular tanto en la cadena anterior como posterior y una falsa escoliosis. Indagando, nos dimos cuenta de que se había pasado la mayor parte de su vida laboral, girando en su silla de

despacho hacia la izquierda, pues era donde tenía una mesa auxiliar con bandejas y documentación de uso regular y que ese lado, ¡era el mismo hacia el que golpeaba la bola de golf!

Huelga decir que, cambiando esas pautas diarias y realizando un entrenamiento específico, mejoró sustancialmente su alineación, su salud y, al compensar su hípercifosis, entre otros, también su swing.

Anteriormente citó el compromiso como elemento intangible fundamental ¿qué quiere decir exactamente con ello?

Soy una persona altamente comprometida. Ante todo, conmigo misma, es decir, con este camino de aprendizaje que inicié hace 10 años y que concluirá sólo cuando ya no viva. Comprometida en crear el mejor espacio de aprendizaje posible para mis clientes de una manera exigente pero muy dinámica y divertida. Pero para que ese espacio sea posible, el compromiso ha de ser bidireccional. Por ello, Escuela en Movimiento es un proyecto orientado sólo a personas muy especiales. Personas decididas a iniciar ese proceso de cambio, de búsqueda, de aprendizaje y, ¡claro está! de esfuerzo. Yo me esfuerzo constantemente en ofrecer las sesiones más completas, variadas, amenas, así como una atención permanente y personal pero, a cambio, pido el mismo compromiso, pues sólo a través del compromiso se logra el éxito.

Ha mencionado que enseña a sus clientes para reducir el riesgo de lesiones cuando practican un deporte. Pero y ¿si no se practica ningún deporte? ¿Qué riesgos ve por ejemplo de espalda, en el día a día de un directivo que no haga ejercicio?

Los riesgos son terribles; no sólo para la espalda sino para nuestra salud integral. Lo primero que ocurre en nuestro cuerpo cuando estamos sentados ante una pantalla o ante un dispositivo móvil es que nuestra cabeza baja y el cuello se adelanta; los hombros se anteriorizan, la caja torácica se cierra y la dorsal se hípercifosa; la columna lumbar recibe más presión que si estuviésemos de pie, además de rectificarse (pierde su curva). A partir de ahí, la desorganización de nuestro cuerpo, incluídas las vísceras, es total. De todo ello, derivarán, problemas digestivos (que yo padecí), falta de movilidad en el diafragma y en las costillas que repercutirá en un mal funcionamiento de los pulmones; circulación de retorno lenta y muchos otros, pero, además, fruto de ese cierre torácico y esa mala oxigenación, tendremos peor estado de ánimo y menor rendimiento.

En definitiva y para no alargarme más, estar sentado y usar aparatos tecnológicos, constituye la acción más lesiva de la vida contemporanea.

Habla de emociones cuando su trabajo se limita al cuerpo. ¿Existe alguna relación entre cuerpo y emocionalidad?

Pensar eso, constituye un error muy común. El cuepo y la mente son indisolubles; el haz y el envés de la misma hoja. Movilizando correctamente articulaciones, músculos, vísceras, fascias, etc. mejoraremos nuestra psique y aumentaremos nuestro rendimiento, además de mejorar nuestro estado de ánimo y viceversa: cuanto más equilibrados estemos emocionalmente, mejor funcionará esa extraordinaria maquinaria denominada cuerpo, nuestro cuerpo ■

SUMARIO

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2021-07-01T07:00:00.0000000Z

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https://lectura.kioskoymas.com/article/281874416409058

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