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Cuatro apuntes sobre la industria, por Pedro J. Carrillo

Pedro J. Carrillo Fundador de Industrytalks

La industria quiere ‘estar’. La actual crisis sanitaria devenida en económica ha demostrado a toda la sociedad española que la industria acude cuando es llamada o se necesita su ayuda. La Industria nunca falla. Todos recordamos cómo ingenieros del sector de la automoción se pusieron manos a la obra y contrarreloj para diseñar desde cero dispositivos respiradores con los que se podía salvar la vida a cientos de personas enfermas por culpa del coronavirus. O aquellos industriales que transformaron de urgencia sus líneas de producción para adaptarlas a la fabricación de mascarillas u otros medios de protección individual, dado que la pandemia había hecho saltar por los aires el mercado de esa clase de productos. La tragedia de la pandemia y sus crueles efectos han sacado a la superficie el concepto de “soberanía industrial”, una autonomía frente a terceros países, sin renunciar al mercado interior ni al multilateralismo. Combinar esas dos facetas para ser competitivos y tener músculo ante cualquier amenaza que podamos sufrir: pandemia, cambio climático, ciberataques. Si algo nos ha demostrado esta pandemia es que la fortaleza de un país proviene de su no dependencia de la compra exterior, y de la importancia de su industria.

La industria no es invisible. Atrás quedan aquellos tiempos de la política industrial proteccionista. Y los más mayores recordarán, sin duda, aquella histórica frase pronunciada por Carlos

Solchaga, el ministro de Industria del primer Gobierno de Felipe González, quien dijo que “la mejor política industrial es la que no se hace”. Durante años la sociedad ha estado muy lejos de la política industrial y ahora tenemos, por primera vez, una conjunción favorable para la industria. La industria eficaz, innovadora y resiliente debe salir de la cortina de ignorancia que vino impuesta por condiciones muchas veces externas a ella misma. Detrás de esa nube de desconocimiento podemos encontrar toneladas de ingenio, entusiasmo y fuerza repartidas entre pequeñas y medianas empresas que resultan imprescindibles para la cadena de suministros de un bien o un servicio concretos. Es un sector productivo indispensable, proactivo y solidario, formado por un tejido empresarial lleno de talento y proyectos innovadores, del que debemos estar muy orgullosos. Un sector que genera empleo estable y de calidad. Un sector que apuesta por la I+D+I. Como dijo en abril Raúl Blanco, secretario general de Industria y PYME del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo: “No hay progreso sin industria. No hay transición ecológica sin industria. No hay innovación ni digitalización sin industria”.

La industria vertebra sociedades y territorios, es la única que une voluntades, capacidades e ideas repartidas por distintos puntos del país. La cadena de suministros posicionada en distintas comunidades autónomas ejemplifica a la perfección esa peculiaridad, esa condición que favorece la cohesión interterritorial. En tiempos de diferencias y desequilibrios entre autonomías y regiones, ese factor se vuelve extremadamente positivo y fortalecedor.

Como dije en marzo, en mi conferencia inaugural de los ITALKS, una iniciativa para generar conocimiento de la que tengo el placer de ser el fundador, la Industria 4.0 empieza en la Escuela. Soy firme partidario de inculcar, a través de la educación, el valor de oro que representa la industria entre nuestras nuevas generaciones. Es hora de llevar la Industria a los colegios y los institutos para que los jóvenes en periodo de formación aprendan las características que definen al sector, como son la pasión y el orgullo del trabajo bien hecho ■

SUMARIO

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2021-07-01T07:00:00.0000000Z

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