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Entrevista: Antoine Lissorgues

Responsable de Programas de América Latina y Caribe de Terre des hommes-Lausanne

Por LAURA SORIANO y ELSA MOYA

TDH: En el actual plan estratégico de Terres des hommes para América Latina, ¿cuáles van a ser las grandes áreas temáticas que vais a desarrollar?

R: La primera tarea que tenemos es consolidar la Justicia Juvenil Restaurativa, que sigue siendo un pilar en nuestro plan estratégico, llegando a trabajarla en los siete países en los que estamos presentes, ya que nos falta Haití, donde esperamos que para finales de año hayamos podido definir lo que se puede hacer en esta materia. Por otro lado, queremos desarrollar proyectos de migración. Se trata de un problema actual en América latina, sobre todo en Centroamérica. También tendremos otros temas secundarios como la salud sexual reproductiva y la salud en los proyectos de justicia juvenil, por ejemplo salud mental de adolescentes en conflictos con la ley, adicciones o la salud en centros penitenciarios.

TDH: La lucha contra la explotación sexual infantil sigue siendo un problema en Colombia, sobre todo en el distrito de Cartagena de Indias. Sin embargo, Terre des hommes ha finalizado su trabajo en esta ciudad. ¿Cuál es el mayor logro de la organización en el proyecto? ¿De qué manera va a seguir protegiendo a menores víctimas?

R: La voluntad de Tierra de hombres no es abrir proyectos para toda la vida, la idea siempre es empoderar a la comunidad, en este caso a grupos de mujeres y a instituciones estatales para que ellos continúen el trabajo. Lo que venimos haciendo siendo representantes de las víctimas a nivel jurídico, es una tarea que debe cumplir el Estado. Nosotros hemos visibilizado el tema para que el gobierno colombiano sea consciente de que hay que invertir mucho más en ella. El fin último es que las instituciones a cargo puedan poner los medios y hacer frente a esta problemática y, a nivel de comunidad, que la gente sea consciente de que la explotación sexual de sus propios hijos no es una forma de ganar dinero, sino un delito que puede costar entre 15 y 20 años de cárcel.

TDH: El pasado mes de enero, se celebró el Congreso Mundial de Justicia Juvenil en Ginebra. ¿Considera que en América Latina se encuentran carencias significativas en esta materia, o por el contrario, otros países deberían aprender de las prácticas de, por ejemplo, Perú o Nicaragua?

R: Soy un optimista crónico, así que pienso que falta mucho por hacer, pero es verdad que se ha hecho mucho. Si estábamos en 0, hoy estamos en 10 y mañana estaremos en 20. Siempre se puede mejorar, pero América Latina tiene experiencias en Justicia Juvenil Restaurativa que realmente podrían envidiar muchos países, incluso de Europa. Pienso en el trabajo que se ha hecho en Perú de mediación entre víctimas e infractores o los trabajos de prevención que se hacen en Brasil. Retos hay muchos porque Centroamérica sigue siendo la región más violenta del mundo con una tasa de homicidios de 90 víctimas por cada 100.000 habitantes, pero hay una legislación que está cambiando, ya que en algunos países se ha elevado la edad de responsabilidad penal.

TDH: En el caso de Ecuador, los homicidios son la segunda causa de muerte entre los jóvenes y la principal causa de muerte entre las mujeres jóvenes. Estos datos son consecuencia de una cultura que muestra poco respeto a las mujeres o la gente joven. ¿Cómo se puede cambiar la cultura de un país?

R: Con políticas públicas que transformen, ya que son los ejes medulares de los cambios que pueden darse en un país. Reconociendo el problema se pueden formular políticas con objetivos de cambio a “x” años, y si los estados empiezan a reconocer que esos problemas son certeros, tendrán que tomar las medidas consecuentes. Se invertirá más en esas temáticas y, por consiguiente, en políticas educativas para que este esquema no se reproduzca en la sociedad en las generaciones venideras. La infancia al final es un factor también de cambio. Muchas veces es el niño el que provoca el cambio dentro de su hogar. Un padre aprende mucho más de su hijo o hija que de lo que ve en la calle, porque su hijo todavía está en la etapa de aprendizaje y a veces viene con el chip cambiado de la escuela. Lo vemos en los proyectos todos los días. Es un niño el que dice “no mama, no puedes hacer eso, porque yo sé que tengo tal derecho”.

TDH: En Haití se lleva a cabo el proyecto de mejora de las condiciones de Protección de la Infancia en Corail y Canaan, Puerto Principe. ¿Qué trabajo realiza Terre des hommes? Este proyecto busca fortalecer las capacidades de los actores estatales y promover la participación de las comunidades de Corail y Canaan con el fin de crear un entorno protector para los niños, niñas, adolescentes y sus familias, personas que huyeron tras el terremoto de 2010. Para alcanzar este objetivo, el proyecto desarrolla varias actividades como la atención a menores vulnerables, la formación a padres y madres de familia sobre los derechos de la infancia, campañas de sensibilización... Además, sensibilizamos a los niños y sus familias en la reducción de riesgos y desastres. Para tal efecto, se está construyendo dos albergues temporales en caso de catástrofe. Cuando no haya situación de emergencia, estos albergues se utilizarán como centros socio-comunitarios que permitan realizar actividades con los niños, niñas y adolescentes.

TDH: Panamá se ha establecido como la delegación regional de Centroamérica para Tdh. ¿Qué retos tenéis por delante y qué proyectos estáis ya desarrollando?

R: Hace más de un año que la delegación se puso en marcha y ya hemos podido hacer varias misiones exploratorias en los países centroamericanos, lo que nos ha dado un panorama mucho más real de la situación actual de los adolescentes en conflicto con la ley. Nuestra idea es cubrir toda la zona de América Central, en países con las tasas de homicidios más altas del mundo y trabajar sobre todo a nivel de incidencia pública para mejorar los sistemas de justicia juvenil, mejorar la capacidad de los funcionarios públicos y fortalecer las instituciones del Estado que trabajan en el sistema de justicia. Estamos hablando de 6 países, así que hay mucho por hacer.

TDH: En una entrevista que le realizaron en agosto del pasado año, para la web de DOSIS (Diseño de la Sostenibilidad e Innovación social: Miradas cruzadas Francia-Colombia) señaló la

En su anterior puesto como jefe de la delegación de Colombia, contribuyó en grandes logros, como la primera condena a un explotador sexual extranjero. Trabajador incansable y optimista crónico, Antoine Lissorgues coordina actualmente desde Suiza los proyectos de siete países de América Latina y Caribe, a los que, a medio plazo, se sumarán otros para continuar trabajando por la infancia y la adolescencia, sobre todo, en materia de Justicia Juvenil Restaurativa.

“la voluntad de Tierra de hombres es empoderar a las comunidades y a las instituciones para que ellas continúen el trabajo que nosotros iniciamos”

necesidad de las ONG de innovar en sus estrategias y metodologías para transformar los problemas sociales. Como comunicador experimentado, ¿qué estrategias aconsejaría y cuáles descartaría?

R: La comunicación es un campo muy amplio y, en concreto, la comunicación comunitaria creo que es fundamental. He trabajado mucho con radios comunitarias para difundir nuestros mensajes y ha sido muy eficiente. Con el terremoto de Perú en 2007, nos dimos cuenta de que uno de los medios que llegaba a todas las familias era la radio, así que utilizamos un programa local con un animador muy conocido en las comunidades y, con un tono algo satírico, trabajamos temas de higiene. Cada dos días durante media hora presentábamos un tema, por ejemplo sobre enfermedades diarreicas, hacíamos juegos y la gente llamaba para ver si conseguía el kit de higiene. Creo mucho en estos programas porque son cercanos a las personas. Luego a otro nivel, está la comunicación institucional, que debería ser algo más pedagógica. Deberíamos dirigir la comunicación no siempre a las consecuencias de los problemas, sino también a las causas. La gente tiene que entender para qué dona su dinero.

TDH: En el momento en el que un país del considerado primer mundo queda devastado por una crisis y los derechos que hasta hace unos años consideraban intocables les son arrebatados ¿La población se conciencia con la violación de derechos humanos o se centra en defender su individualismo?

R: Los pueblos siempre se han despertado en los momentos de crisis. Es un poco el fenómeno de la resiliencia que pueden tener los niños de una catástrofe natural. He visto historias de vida en Haití después del terremoto de gente que se ha levantado a pesar de haberlo perdido todo. Eso es la resiliencia. Cuando estoy tocando fondo soy capaz de salir adelante porque es lo único que me queda. Mientras que cuando tengo lo mínimo y estoy cubriendo mis necesidades me conformo y no me molesto en mirar a mi alrededor. Trato de mantener el status quo. Es en estas situaciones de crisis, cuando se apuesta mucho más por el colectivo y los vínculos sociales, y eso lo vemos igual en los proyectos. Siempre es mucho más fácil trabajar en zonas rurales donde todavía la gente tiene la noción del bien común que en zonas urbanas, donde ya tienes todos tus servicios personalizados.

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