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Viaggio in Italia

Texto: Yolanda Ormazabal

Jean Claude Hellena, nariz prodigiosa de Hermes durante más de una década y tótem de la perfumería, se define a si mismo como un carácter pesimista y dice que cuando se levanta triste, melancólico o inquieto, coge el coche y se va a Italia, a solo una hora y media de su casa cerca de Grasse, cuna de la perfumería francesa: “En cuanto cruzo la frontera todo vuelve a estar en su sitio. Este país huele a felicidad. A alegría de vivir”. Tal vez un poco cansado de ese ir y venir entre La Provenza e Italia decidió hacer un largo viaje por el país. Lo recorrió de norte a sur hasta que fue consciente de que solo podía formular cuando estaba contento, “con una brizna de hierba entre los labios”, según dice, y quiso expresar esa emoción con acordes cítricos que son “como el sol en invierno”. Así nació Viaggio in Italia, una colección de perfumes que se ha traducido de momento en tres entregas –Mandarino, Bergamotto y Neroli– y que el autor ha formulado en colaboración con Laboratorio Olfattivo , el templo del perfume en Turín del que nadie en su sano juicio querría salir nunca: amplias bóvedas de ladrillo, toscas columnas de piedra caliza, mármoles y una espiritualidad en el ambiente que lo impregna todo y que permite disfrutar con la calma necesaria de las joyas que allí se guardan.

Alegría de vivir,

dice Jean Claude Hellena. Y acierta. Si algo define la perfumería italiana actual es la “gioia di vivere”, expresada a través de fragancias luminosas, transparentes y absolutamente orgánicas, que derrochan vitalidad por los cuatro costados y remiten a un estilo de vida que cualquiera haría suyo sin pensárselo dos veces. La idea no es nueva. El primero en exportar esta alegría de vivir, en opinión de Jean Claude Hellena, fue Giovanni Maria Farina, quien, en 1709, creó su famosa Agua de Colonia en la ciudad alemana del mismo nombre con una fórmula que él mismo definió como “un bonito amanecer tras la lluvia, una composición de naranjas, limones, pomelos, bergamota, flores y frutas de mi país natal”. Un éxito sin precedentes que el resto de Europa buscó replicar en cientos de fórmulas y que se mantiene viva en nuestros días. Según Abel Díaz, fundador de la agencia especializada en perfumes nicho Studiosmith, colaborador de la prestigiosa feria de perfumes Pitti, que se celebra en Florencia (Italia), y gran connaiseur de fragancias italianas señala que fue Catalina de Medicis la gran embajadora de los perfumes italianos en la corte francesa cuando dejó Florencia en 1553 para casarse con el heredero de la corona, Enrique II, y se llevó a París a su perfumista de cabecera, Rene el florentino. “Sin embargo – señala Abel– creo que la democratización de la perfumería italiana se produce a mediados del siglo XX con el lanzamiento al mercado de perfumes como Acqua di Selva que tienen un enorme éxito en Europa y ayudan a consolidar lo que ahora conocemos como perfume italiano”. El momento coincide con el boom de Capri y la costa amalfitana , convertidos en esta misma época en refugio de artistas, escritores, gente del cine y lo más granado de lo que en aquella época se conocía como jet set internacional...

“La perfumería italiana tiene un carácter marcado y único porque busca transmitir la idea de la elegancia pero desde un punto de vista alegre y mediterráneo. Y lo hace con ingredientes que se encuentran en su geografía, especialmente dentro de la familia de los cítricos combinados de manera elegante y equilibrada, muy alejadas de excesos barrocos de cualquier signo. Dos notas en concreto –la bergamota y el neroli–están presentes en buena parte de las fragancias italianas. Sin embargo, hay otros ingredientes que, en mi opinión, son inequívocamente italianos, en particular el jazmín y la lavanda y también algunas notas acuáticas. ¿El resultado? Una perfumería mucho más desenfadada y cercana que la de otras escuelas. “Es una perfumería alegre, concluye Abel. Seguramente un especialista en aromaterapia nos diría que esos ingredientes –cítricos, hierbas, notas marinas– son maravillosos para levantar el estado de ánimo. Podríamos decir que es la expresión olfativa perfecta de la “dolce vita”. “Si, ese estilo irrepetible – dice Anabel Vazquez cofundadora junto a María Martínez, de Laconicum – relacionado con la vida al aire libre, las vespas, las alpargatas, el mar azul intenso, los cafés de los coquetos puertos de la costa amalfitana, el viento, los bosques de pinos, una forma de vida a la que todo el mundo aspira pero que ya no existe”. Poco importa que aquellas imágenes se las haya llevado el tiempo y que ahora esta zona se haya convertido en punto de encuentro de turistas que quieren ver con sus propios ojos – y experimentar en la medida de lo posible – el encanto sencillo y luminoso de aquellos años. Poco importa porque, al fin y al cabo, Italia es mucho más que la costa Amalfitana y una nueva generación de perfumistas se ocupa de mantener la esencia de la alegría de vivir intacta. El estado de salud de la perfumería italiana nunca ha sido mejor. Decenas de firmas pequeñas con una gran fe en su trabajo, herederos de una tierra magnánima en ingredientes y de una tradición variada y rica, se han lanzado al ruedo para crear fragancias con ingredientes locales y formulaciones simples capaces de transmitir alegría y bienestar. Es el caso de Viadeimille, una marca siciliana que en los años cincuenta destilaba las flores recogidas al amanecer para enviarlas a las maisons de parfum francesas y que hoy formula sus propios perfumes con los mejores ingredientes de la isla.

Su primera colección, Ianco – blanco, en siciliano – es un homenaje a Sicilia y a sus flores más emblemáticas – jazmín, neroli, almendro - presentada en frascos sencillisimos y envueltos en una manga cuya superficie ha sido grabada en relieve con maravillosos motivos tradicionales de Sicilia. O el empeño de Maurizio Lembo, heredero de la Officina delle Essenze, la perfumería que sus padres tenían en Roma, que en 2001 se lanzó a la aventura de recrear el ambiente y la sensación de bienestar que vivió de niño a través de una línea de perfumes que combina artesanía y lujo con un acierto espectacular: Puro Lino, Puro Neroli, Puro Talco, Puro Fico son fragancias que buscan –y consiguen– preservar el enorme valor de la intimidad. Profumum Roma aportó su granito de arena con Acqua Viva, un perfume parco en ingredientes – cítricos, enebro y cedro – que buscó su inspiración en el viento de las islas Eólicas, situadas frente a la costa amalfitana. O incluso marcas más establecidas como Acqua di Parma, acaba de relanzar Acqua di Pino, la recreación de una de sus fragancias más emblemáticas creada en 1950.

El carácter chispeante de la perfumería italiana no deja indiferente a nadie y la idea de aportar un granito de arena a la gioia de vivere de la perfumería italiana cruza fronteras y surca océanos. En 2011, el diseñador tejano Tom Ford hizo una extraordinaria aportación a esta forma de entender la vida con su fragancia Neroli Portofino. “Tom Ford comparte esos valores de elegancia simple, alegría naturalidad a los que el diseñador añade un punto sexy muy suyo que no deja de ser una variante más del hedonismo propio de la zona”, explica Abel Díaz. La firma francesa Atelier de Cologne tampoco se resistió a la tentación de participar en la historia a través de Orange Positano, un recorrido sensorial por la costa Amalfitana del que no te cansas nunca.

“Pero aunque esta es la corriente principal de la perfumería italiana, no es la única”, aclara Anabel. Hay fragancias que evocan otras emociones, como las propuestas del perfumista Lorenzo Villoresi, por ejemplo. Junto a sus perfumes más transparentes, Villoresi formula perfumes que beben de la cultura mediterránea en su sentido más amplio con ingredientes como las maderas o el incienso, mucho más difíciles de digerir, más misteriosas, a veces más oscuras. Son perfumes barrocos debido a su enorme complejidad olfativa que saben encontrar la armonía dentro del caos. Otra forma de expresar los sentimientos, las emociones y la historia de este mediterráneo que nos vio nacer”.

Italia

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2021-07-31T07:00:00.0000000Z

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