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El correo

ANDRÉS CHAVES

Cada vez que mi outlook cambia de formato, tiemblo. Existe un tiempo en el que uno no necesita que le cambien nada, sino que lo dejen todo como está. Es decir, que existe un tiempo para todo y el mío, en lo posible, debe ser el mar de la tranquilidad. Es verdad que uno no puede vivir sin su e-mail, ni tampoco sin su teléfono móvil. Los tiempos en que no existían los sitúo en la prehistoria. En mi último viaje a Bruselas yo no sabía enviar mensajes por el móvil y el whatsapp no existía. Fue una amiga la que me enseñó a comunicarme con ella a través de los mensajes. Casi nadie los usaba, aquello era una novedad. La internet, o el internet, que no me sé bien su género, lo cambió todo. Vivimos la radio de los carísimos enlaces y ahora las emisoras se conectan y se escuchan por internet. Me gasté millones de pesetas en líneas microfónicas cuando hoy ni siquiera hacen falta porque la telefonía convencional ha fallecido del todo. Yo no me pongo al teléfono de mi casa, porque seguramente la llamada procederá de un banco o de un acreedor vario; o quizá de una compañía de telefonía para captarme como cliente; o de Iberdrola. Ni de coña, no contesto ninguna llamada que no sepa de quién procede. Tengo amigos que tampoco responden a los sms, sólo a los whatsapps conocidos, porque se ve mucho chanchullo de estafas, vía mensajes. Pero que no me toquen el correo, porque cada vez que lo hacen me vuelvo loco adaptándome a sus novedades. Cuando te acostumbras, comprendes que el cambio ha sido a mejor. Tampoco puedo vivir sin el ordenador. El otro día quise pedir un televisor a Movistar y entre sudaca y sudaca saqué la bandera blanca. Iré a la tienda de la esquina.

EL FORO

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2022-09-25T07:00:00.0000000Z

2022-09-25T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/281526524924434

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