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Desplazados y hambre

Desde Rafah, la gazatí Doaa Ulyan manda un audio en el que se oye un zumbido intenso. Es el sonido de lo que los gazatíes llaman zananah, drones. “Estos son diferentes. Están armados”, explica la mujer. “Ese ruido nos acompaña día y noche”, afirma.

Esta gazatí sufre de colon irritable y toma una medicación que hace tres días se le acabó. Con el zumbido de los drones sobre el refugio en el que vive, ni siquiera puede intentar salir a la calle para encontrar los medicamentos. La precariedad, que ya era enorme antes de la nueva orden de evacuación hacia el sur, se ha visto incrementada por los nuevos desplazados que están llegando a Rafah. “No tenemos agua potable. La sacamos de un pozo y la hervimos. Solo comemos judías y algo de arroz que reparte la ONU, pero hay muchísima gente y la ayuda es insuficiente. Israel solo permite que entre algo de ayuda para fingir ante los medios de comunicación, pero esa ayuda no incluye nada de lo que necesita aquí la gente. No estoy exagerando cuando digo que hay personas que se están muriendo de hambre”, asegura Ulyan.

“Solo comemos una vez al día y una cantidad muy pequeña. Muchas veces, no como para dárselo a mis hijos. Tampoco hay comida para comprar”, responde cuando se le pregunta si su familia, que reside en España, puede darle ayuda económica. El dinero en Gaza sirve ya de poco, explica.

“No queda nada. No hay productos de limpieza, ni papel higiénico, ni pañales”, asegura. Esta gazatí tiene un visado en vigor para viajar a España, pero sus hijos y su marido, no. El Consulado de España en Jerusalén respondió a su petición de ayuda para salir de la Franja indicándole que solo podía asistir a españoles. Lo que está sucediendo en Gaza “no tiene precedentes”.

INTERNACIONAL

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2023-12-06T08:00:00.0000000Z

2023-12-06T08:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/281548000663198

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