Los vecinos dicen que Getafe se ha convertido en el escenario de las inauguraciones herméticas. Los políticos ya no realizan esas presentaciones con solera y multitudes, pero no es que hayan decidido apostar por un perfil bajo. “Más bien es que las cosas se están haciendo de espaldas al ciudadano, intentando que no se entere”, cuenta José María Checa, de 32 años, comercial en una editorial y uno de los beneficiarios del Plan Vive en la zona de los Molinos.

Así sucedió con la apertura de la estación de metro El Casar el pasado 21 de abril, que se hizo de tapadillo. “No parecen querer acercarse demasiado a los vecinos porque son conscientes de que hay un gran malestar en el barrio”, añade Checa. Lo mismo ocurrió con las últimas entregas de llaves en Getafe del Plan Vive —la gran apuesta de la Comunidad de Madrid en materia de vivienda— a las que, a diferencia de otros municipios, nunca acudió la presidenta Isabel Díaz Ayuso. “Saben que la asociación de vecinos del barrio está muy movilizada por temas como que no haya equipamientos públicos o acceso a la M-45. Las entregas de llaves con el consejero se hacen en un entorno muy controlado y sin anuncio previo”, afirma Checa.

Con 864 viviendas, Getafe es el municipio de Madrid con mayor número de hogares dentro de esta iniciativa regional de “alquiler asequible” denominada Plan Vive. En todas ellas el consejero de Vivienda, Transportes e Infraestructuras, Jorge Rodrigo, realizó las presentaciones, muchas veces acompañado por Antonio José Mesa Garrido, portavoz del Partido Popular en Getafe. Garrido, está en el punto de mira de los vecinos del Plan Vive de los Molinos por su “falta de implicación” en los innumerables problemas que han padecido desde que entraran a vivir en sus casas. Estos vecinos lograron reunirse con Garrido y el viceconsejero de Vivienda de la Comunidad, a quienes entregaron un documento con sus reivindicaciones. Desde entonces, no hay noticias de ellos.

La lista era extensa. “Ya veníamos avisados, porque nos habíamos informado de lo que pasó, por ejemplo, en Alcorcón, pero nunca imaginas cómo puede llegar a ser. Los desperfectos han aparecido sin cesar”, dice Checa. Él entró a un piso de una habitación, junto con su pareja, con un mes de retraso respecto a lo previsto, en noviembre de 2024. La primera directriz que reciben los inquilinos es precisamente hacer una lista de incidencias, para lo que tienen un plazo de tres días. “Todo lo que no encuentres en ese tiempo, la gestora dice que ya no será de su competencia”, apunta. El documento que Checa elaboró mostraba hasta 29 desperfectos sin llegar a haber hecho aún un uso verdadero del inmueble: ventanas que no cerraban, un timbre y un telefonillo inutilizados, paredes abolladas o rodapiés despegados.

Al otro lado de sus muros, los casos iban repitiéndose. En marzo, con las intensas lluvias, las goteras aparecieron tanto en el interior de los pisos como en zonas comunes y garajes. “Al ver que pasaban los meses y no había avances nos pusimos en contacto con el Sindicato de Inquilinas”, recuerda Checa. La gestora, Sogeviso, les advirtió que no serían reconocidos como comunidad de vecinos al no ser propietarios. La lucha debía plantearse uno a uno.

Hay desde goteras a luces con enganches ilegales o aceras levantadas

Los inquilinos solo tienen tres días para hacer un listado de incidencias

Miguel Ángel Bernal, de 30 años, vivió un corte de luz en todo su edificio el 3 de febrero. “Al parecer, había un enganche ilegal que hizo la constructora Avintia con conocimiento de los dueños de los bloques, Culmia y Tarvos. No teníamos contratada ni la luz de obra”, explica Bernal. “Avintia admitió los hechos y propuso que, hasta que se subsanara fuéramos tirando con unos empalmes de nuevo ilegales. Seis meses después siguen sin contestar a nuestras peticiones de indemnización ni a los otros requerimientos. Es una vergüenza”, insiste Bernal.

Presentación sin aviso

El último capítulo de la larga lista de incidencias lo han vivido los residentes de las promociones del barrio de Buenavista. “La presentación de los hogares fue, una vez más, sin previo aviso, para evitar que los vecinos de los Molinos pudiéramos manifestarnos”, afirma Bernal. En Buenavista están edificados gran parte de los bloques de obra nueva de Getafe. Más allá de las cuatro urbanizaciones del Plan Vive no hay nada más que descampados.

La promesa en la entrega de llaves fue que las piscinas estarían abiertas el 12 de junio, lo que nunca sucedió. “La empresa Avalon miente a los vecinos, junto con la Comunidad de Madrid. No se puede conceder la licencia porque Avalon no ha terminado de subsanar las deficiencias de la construcción de las viviendas y su urbanización”, afirmaba el ayuntamiento en un comunicado. Las viviendas se habían entregado sin que las instalaciones estuvieran terminadas.

“Avalon insistía en que todo estaba listo, pero no era así. Dijeron que la gestión ahora era nuestra y que ellos se desentendían del problema”, afirma un grupo de vecinos que responde a EL PAÍS por correo electrónico, sin querer dar sus nombres. La lista de requerimientos de los vecinos, de nuevo, volvió a ser abundante: muros perimetrales inacabados en zonas próximas a la piscina, ausencia de barandillas de seguridad en los accesos de personas con movilidad reducida, pasos de peatones desplazados sin señalización, retirada de casetas, maquinaria y acopios, hundimientos en canalizaciones de compañías suministradoras, farolas sin báculo, zonas verdes sin ajardinar y aceras y baldosas levantadas.

El 12 de julio empezaron a funcionar las piscinas. pero aún faltaba otra sorpresa: las urbanizaciones no tienen intimidad, puesto que las vallas de la calle carecen de lonas o material opaco que les aísle. Los bañistas están a la vista de quien que pase por la calle, como si formaran parte de un decorado distópico entre descampados y carreteras. Ante la nueva queja, la respuesta fue más bien escueta: “Es así como se ha diseñado. No hay planteamiento de taparlo”.