Unamuno, el hombre necesario
Gaza, Ucrania, Trump... el pensador hoy no se habría callado
PABLO ZAPATA LERGA Presidente de honor de la Asociación Miguel de Unamuno Elkartea
Había una vez en Bilbao una plaza, con una columna, que sustentaba una cabecita, cabecita que todo el mundo miraba y pocos conocían quién era el dueño de aquella testa bronceada. Ese individuo es don Miguel de Unamuno y Jugo, el bilbaino (con diptongo) más universal, el que situó a Bilbao en el mapa del mundo, uno de los grandes pensadores del siglo XX, y que nació en Bilbao el 29 de septiembre de 1864 en el número 16 de la calle Ronda. Un hombre insobornable, fiel a sí mismo, liberal, que mantuvo una línea de actuar consecuente, que no cambió ante nadie; cambiarían las circunstancias.
Si sería importante, que se escribía con los más eximios pensadores. Son decenas los que lo admiraban y a los que, cuando iban a saludarle a Salamanca, hacía de cicerone con la asombrosa sencillez de un gran sabio. En aquella España llena de analfabetos, caciques, sables, sotanas y nostálgicos de imperios era difícil que encajara un sabio independiente, escritor profundo y prolijo, que leía en doce idiomas, que fue tres veces candidato al Nobel, doctor honoris causa por Oxford y Grenoble, catedrático de la Universidad de Salamanca durante 43 años, rector de la misma durante 19 y nombrado rector perpetuo cuando se jubiló. Como liberal y valiente, no se doblegó ante nadie.
Protestó contra el juicio a José Rizal, el intelectual independentista filipino al que, a los 35 años, fusilaron en 1896. Esos mismos mataron a don Miguel el mismo día 40 años más tarde. En los momentos de conflicto, los primeros que caen son los poetas.
Escribió con dureza contra Alfonso XIII y Primo de Rivera por haber traído la Dictadura de 1923 a 1930. Primo de Rivera lo desterró a Fuerteventura privándolo de empleo y sueldo. En la isla, Unamuno recibió apoyo de importantes pensadores europeos, como un grupo de intelectuales alemanes que lo califican de «valiente luchador, gran poeta y filósofo» que ha «soportado con noble orgullo» el exilio y le saludan «con motivo de su gloriosa vuelta del honroso destierro». Merece especial atención Einstein, que le mandó un telegrama de apoyo. «Los dictadores odian a los intelectuales libres», había escrito el bilbaino. El pueblo dormía.
En 1935 pretendieron por segunda vez que le dieran el Nobel, al que concurrían Chesterton y Paul Valéry, pero Hitler manejó los hilos para impedirlo porque, como Unamuno era liberal y antifascista acérrimo, había escrito con dureza contra el fascismo triunfante. El miedo es libre, no se lo dieron. El premio quedó desierto.
Cuando se produjo el golpe de Estado, Francia e Inglaterra quisieron apoyar al Gobierno legítimo de la República, pero por miedo a enfadar a Hitler, que era de la misma ralea que Franco y Mussolini, no se atrevieron. Tuvieron miedo. Cuando el levantamiento de Franco, en un principio Unamuno le dio su apoyo para que trajera la paz, pero cuando vio que los que venían a imponer su paz eran peores y vengativos, «que venían a luchar contra el espíritu de la República», estalló en un acto suicida en el paraninfo. Preso en casa, se retractó por escrito de su inicial apoyo. Luego lo asesinaron en su domicilio, sí, lo podemos afirmar en un 90%. Se nos ha engañado durante decenios.
Era tal su talla, que no se calló ante nadie. Me gustaría ver lo que habría escrito Unamuno ante la postura vergonzante de la Unión Europea frente al ‘cowboy’ comerciante. Y todos callan. La historia se repite. Qué habría dicho don Miguel ante todos estos políticos que mienten en sus currículos porque no han sido nada en sus ‘no profesiones’, que son arribistas descarados para defender el puchero, no las ideas. Les habría dicho que trabajen en lo que sean competentes, si en algo son, y no en vivir de un sueldo inmerecido, argumentar con bulos, mentir e inclinar la cabeza servilmente ante su jefe.
Qué habría dicho sobre los ediles jumillanos que no se han enterado de que la religión es un derecho privado, inalienable y universal, y lo quieren negar estos tridentinos, que no son cristianos ni en sus principios ni en sus hechos porque lo que hacen es promover odio, racismo. Y lo mismo digo de algún obispo que los ampara. En el siglo XIII, el rey Alfonso X era mucho más moderno que estos retrógrados.
Qué habría dicho cuando el Gobierno de Rajoy-Montoro se inventó una amnistía fiscal anónima ‘ad hoc’ para miles de golfos financieros, a la cabeza de los cuales iba el rey emérito. Qué habría dicho de esos jueces que de rumores hacen indicios y de indicios fabrican argumentos vacuos al servicio de intereses partidistas. Y siguen impunes. Y con la dana de Valencia… le habría entrado tal berrinche que se habría desmayado de asco patrio en los brazos de Larra.
Gaza, Ucrania, Trump, cambio climático… Unamuno, más necesario que nunca, hoy no se habría callado. «La libertad no es un estado sino un proceso; solo el que sabe es libre; solo la cultura da libertad. No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas; no la de pensar, sino dad pensamientos. La libertad que hay que dar al pueblo es la cultura».
OPINIÓN
es-es
2025-09-29T07:00:00.0000000Z
2025-09-29T07:00:00.0000000Z
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