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La Inteligencia Artificial, en jaque por la guerra en OpenAI

► Semana de caos en el creador de ChatGPT por el despido del CEO, ahora readmitido, y la revelación del peligroso motivo de su salida

Inma Bermejo.

Despido de Sam Altman en OpenAI, contrato en Microsoft, protestas de la plantilla, tres CEO en seis días, tira y afloja de la junta directiva con Altman, readmisión y el motivo del despido: Q*, la inteligencia artificial secreta que «podría amenazar a la humanidad». Esta es la cronología del culebrón protagonizado por OpenAI, la empresa responsable de ChatGPT, y su cofundador y CEO, Sam Altman, que ha copado titulares en medios y tendencias en redes en la última semana.

La salida de Altman pilló por sorpresa a todo el sector tecnológico y dejó una pregunta en el aire: ¿por qué? En un inicio, la empresa justificó el fulminante despido alegando una pérdida de confianza, ya que Altman «no fue consistentemente honesto en sus comunicaciones» con este órgano. Pero, ¿qué gran secreto ocultaba a la cúpula directiva? El detonante del caos se ha conocido con la llegada de la calma tras el regreso de Altman al puesto de CEO.

Pocas horas antes de que Altman recibiera el email en el que la junta directiva le comunicaba su despido, un equipo de ingenieros de la compañía envió una misiva a la directiva alertando de un «poderoso descubrimiento de la inteligencia artificial (IA)» que «podría amenazar a la humanidad». Estas preocupaciones giraban en torno al proyecto Q* –se lee Q star–, que, según una fuente anónima citada por Reuters, habría llegado al nivel de inteligencia artificial general (AGI), un punto de inflexión en el desarrollo de la IA.

Q* sería capaz de resolver ciertos problemas matemáticos, lo que se considera la última frontera de la IA generativa. La IA suele dar buenos resultados en escritura y traducción gracias a la predicción estadística y repetición de la información que acumula de otros, pero las respuestas son variables ya que la IA no entiende realmente el significado del texto que está procesando. En el caso de las matemáticas sólo hay una respuesta correcta, por lo tanto, de dar con ella, quedaría patente que la IA tiene la capacidad de imitar el razonamiento humano.

Este avance supondría «un peligro potencial para la humanidad», advirtieron los investigadores. Aunque no especificaron los riesgos, alertaron de «una comercialización de la tecnología antes de comprender las consecuencias». Para la cúpula de OpenAI, este desarrollo agresivo de la IA atenta contra los valores de la firma, que fue creada sin ánimo de lucro y con el deber de beneficiar a la humanidad. No obstante, con su éxito fueron llegando inversores y la firma se convirtió en un negocio, surgiendo dos bandos: el de la seguridad y el comercial.

El primer bando está liderado por Ilya Sutskever, el último cofundador que queda en la junta y científico jefe de OpenAI. En esta visión más conservadora se posicionan también el resto de miembros de la junta directiva, Adam D’Angelo, Tasha McCauley y Helen Toner, que tuvieron la fuerza necesaria para echar a Altman, pero la presión de los trabajadores y los inversores acabó por inclinar la balanza a favor de su ex CEO.

Su despido provocó la renuncia de Greg Brockman, presidente de OpenAI, que se enteró de la decisión poco antes. Según aseguró Brockman en X (Twitter), sólo Mira Murati fue conocedora con algo más de antelación, la noche anterior, ya que fue designada CEO interina, un puesto que ocupó sólo durante tres días para pasar a liderar las protestas de la plantilla. El lunes, día 20, al culebrón se sumaron nuevos personajes: el cofundador y antiguo CEO de Twitch, Emmett Shear, que ocupó el puesto de CEO interino, y Satya Nadella, director ejecutivo de Microsoft, que anunció la incorporación de Altman, Brockman y del resto de trabajadores que dimitieron a su equipo.

Aunque durante esos días se negoció un posible regreso, ninguna parte dio su brazo a torcer y el 95% de la plantilla de OpenAI firmó una carta exigiendo la dimisión de la junta y la readmisión de Altman, de lo contrario, se irían a Microsoft. La presión surtió efecto y el miércoles Altman y Brockman volvieron a sus puestos, con la condición de que la mayoría de los miembros de junta cambien. Así acabó el caos en OpenAI, pero, ¿la decisión traerá un mal mayor?

Sam Altman habría ocultado un descubrimiento que «podría amenazar a la humanidad»

ECONOMÍA

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2023-11-25T08:00:00.0000000Z

2023-11-25T08:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/281913072860001

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