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Muere Pablo Herrero, compositor de ‘Libre’

FERNANDO NEIRA,

El compositor madrileño Pablo Herrero falleció ayer en Madrid, a los 81 años, después de varios días en una unidad hospitalaria de cuidados paliativos. Puede que su nombre no resulte especialmente familiar, pero es imposible haber vivido en la España de estas seis últimas décadas y no conocer unas cuantas docenas de sus composiciones. Paradigma del autor a la sombra, una categoría en la que solo pueden hacerle sombra en España Manuel Alejandro o el ya desaparecido Augusto Algueró, contaba con cerca de 800 canciones registradas a su nombre en la SGAE, muchas de ellas escritas junto a su inseparable José Luis Armenteros. De su pluma nacieron Un

beso y una flor, Libre o América, para su adorado Nino Bravo; Como una ola, de Rocío Jurado; Latino, de Francisco, o el himno por antonomasia de la Transición, Libertad sin ira

(Jarcha).

Herrero era un hombre exquisito, afable y muy generoso, en opinión unánime de quienes le conocían. Alérgico a los focos y a la fama, se sintió cómodo siempre en su papel de pieza indispensable en el engranaje de la música, pero desconocido para el gran público. Despuntó en los años sesenta como integrante de Los Relámpagos, un grupo de rock instrumental en la estela de los británicos The Shadows o The Hurricanes, donde ya coincidió con Armenteros. En aquella época comenzaron a comprender la importancia de los papeles gregarios tras erigirse en banda de acompañamiento de un jovencísimo chaval de Granada que acababa de desembarcar en la capital y entonces aún se hacía llamar Mike Ríos. Herrero le compuso una canción tan tierna como hoy olvidada, Un océano nos separa.

Vida en el filo

“A Pablo le reconozco como una de mis buenas influencias, un chaval estupendo y generoso que contribuyó muchísimo al desarrollo de mi carrera”, se sinceraba ayer un Miguel Ríos cariacontecido. En realidad, a Herrero le quedaban muy lejos todos los arquetipos del rock, las sustancias poco saludables, el vértigo urbano y la vida en el filo. Siempre fue “más de corbatita que de chupa de cuero”, en definición de Miguel Ríos, y le atraía mucho más la buena música melódica que el guitarreo eléctrico.

Tras finalizar la aventura de Los Relámpagos, el pop afable y risueño de Fórmula V se convirtió en su cauce ideal de expresión. Armenteros ya había escrito en solitario Cuéntame y el tándem agregó a la interminable lista de éxitos Eva

María o Tengo tu amor.

CULTURA

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2023-12-06T08:00:00.0000000Z

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