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La enigmática huella de los microplásticos en la salud

Los científicos han observado estas diminutas partículas en el intestino, el hígado e, incluso, en el cerebro. Hay indicios de que pueden provocar daños en el ADN

JESSICA MOUZO

El mundo está infestado de plásticos, atiborrado de unos materiales que contienen más de 10.000 sustancias químicas, incluidos carcinógenos y disruptores endocrinos (unos compuestos capaces de emular el efecto de las hormonas del cuerpo y afectar a la salud). Los plásticos están por todas partes, han entrado en la cadena trófica y no hay un lugar libre de ellos: en forma de diminutas partículas —micro o nanoplásticos, según su tamaño—, estos compuestos ya se han identificado, incluso, dentro del hígado, el riñón, el intestino o el cerebro humano. Se presumen nocivos, pero la comunidad científica todavía desconoce el impacto real en la salud de estos minúsculos materiales que pueblan nuestro organismo.

Los expertos tienen indicios, eso sí, de que provocan daños en el ADN de las células y sospechan que pueden espolear numerosas dolencias, desde inflamatorias hasta cardiovasculares. La plaga de plásticos en el planeta tiene cifras: hay 6.000 millones de toneladas esparcidos por el globo; y creciendo. En 2019, se produjeron 353 millones de toneladas de residuos plásticos, y se prevé que esa cifra se triplique hasta superar los 1.000 millones para 2060.

Estos restos no reposan en un cementerio de materiales, aislados del mundo. Estos polímeros se van degradando en fragmentos más pequeños —los microplásticos son trocitos de menos de cinco milímetros— y se diseminan sin freno, por todas partes. Están en los océanos, en el aire, en el suministro de alimentos; y llegan también a los humanos: inhalamos y comemos microplásticos que alcanzan el torrente sanguíneo y se esparcen por nuestras entrañas.

La ciencia se está volcando en intentar entender qué implicaciones tiene eso para la salud. Pero no es fácil, advierte Emma Calikanzaros, epidemióloga ambiental en el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal): “Todos los estudios con microplásticos deben interpretarse con cuidado porque hay mucho debate sobre la calidad de los métodos y la fiabilidad de los resultados. El gran reto es la contaminación cruzada: cuando tienes una muestra de un tejido en la que encuentras microplásticos, no está claro si esas partículas vienen del cuerpo humano o de herramientas que se usan en el laboratorio para recolectar las muestras. Hay microplásticos en todas partes, en el aire, también en el laboratorio”. La investigadora pide cautela en la interpretación de todos los datos —también los de algunas investigaciones que se mencionan en este reportaje— y hace una advertencia inicial: “Se ha visto en modelos animales y cultivos celulares toxicidad asociada a microplásticos, pero en salud humana no tenemos evidencia clara. No sabemos cómo afectan a la salud a largo plazo”.

En la misma línea, Ethel Eljarrat, directora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), recuerda que los microplásticos no son un todo homogéneo. “No dejan de ser trocitos de plásticos que están formados, a su vez, por diversos tipos de polímeros a los que se le añaden distintos compuestos químicos, algunos de los cuales son tóxicos para salud. La toxicidad del microplástico vendrá determinada por el tipo de polímero, el tipo de aditivo que lleva asociado y dependerá también de la forma y el tamaño”.

Así, cuanto más pequeño sea —el nanoplástico está por debajo de la micra—, más capacidad tendrá para atravesar membranas celulares y penetrar en todas las capas del organismo. Hace unos meses, una investigación publicada en Nature Medicine alertaba de que las concentraciones de microplásticos halladas en tejido humano eran de siete a 30 veces más altas en muestras cerebrales que las observadas en hígado o riñón. Lo encontrado en el cerebro (unos siete gramos) era algo así como tener el equivalente a “una cuchara de plástico” en la sede del raciocinio, explicaba hace un par de semanas en un editorial de la revista Brain Medicine la investigadora Ma-Li Wong: “La barrera hematoencefálica [una membrana que regula el paso de moléculas del torrente sanguíneo al tejido cerebral], considerada durante mucho tiempo una línea de defensa anatómica sagrada, ha sido cruzada. Ya tenemos polímeros donde ocurre la cognición”.

Los científicos que publicaron

Hay 6.000 millones de toneladas de este material esparcidas por el planeta

Puede existir conexión entre dieta, contaminación y enfermedades

el artículo en Nature Medicine no solo descubrieron la presencia de microplásticos en el cerebro, sino que encontraron también que los cerebros de personas con demencia tenían muchos más microplásticos que los de aquellas personas sanas, aunque los autores admitían que no sabían si eso era porque la barrera hematoencefálica de los enfermos se había vuelto más porosa y dejaba entrar más compuestos sintéticos.

Eljarrat se muestra cautelosa con las conclusiones que se pueden sacar de este tipo de investigaciones. Y recuerda que las técnicas de detección son heterogéneas, pueden dar información diversa y todavía no están capacitadas para hacer comparaciones entre investigaciones o sobre los órganos donde hay más o menos microplásticos. “Lo que sabemos hasta ahora es que los microplásticos entran en nuestro organismo, pero no sabemos qué efectos nos están produciendo y en qué dosis nos están afectando. En todo caso, no es normal que en nuestro cerebro haya trozos de plástico y, por principio de precaución, no deberíamos dejar que vaya a más”, zanja.

Microbioma alterado

La literatura científica está salpicada ya de casos, hallazgos y vínculos sobre el impacto de los microplásticos en la salud, pero la evidencia, en conjunto, es limitada, admiten todas las voces consultadas. Se han encontrado micropartículas de plástico en diversos tejidos y órganos humanos, como la sangre, los pulmones, la placenta y la leche materna. También en el hígado, los riñones o el intestino. Y se han descubierto asociaciones clave, como la reportada el año pasado en un artículo de la revista New England Journal of Medicine, con cuadros cardiovasculares.

En placas de aterosclerosis (acumulación de grasa) extirpadas quirúrgicamente de las arterias carótidas a unas 300 personas se detectó microplásticos en la mitad y ese depósito de polímeros en las placas se asoció con el desarrollo de enfermedad cardiovascular: las personas con evidencia de microplásticos en sus placas presentaron más riesgo de infarto e ictus.

Otra investigación de científicos del CSIC reveló en 2022 que la ingesta de microplásticos altera el equilibrio del microbioma intestinal, que es ese ecosistema de microorganismos que habita en el aparato digestivo. En concreto, los investigadores descubrieron que la ingesta de microplásticos reduce la diversidad bacteriana y hace que disminuyan las bacterias con efectos positivos para la salud a la vez que incrementa la presencia de otras familias microbianas patógenas.

Un estudio reciente liderado por Eljarrat analizó la presencia de aditivos asociados al plástico en alimentos representativos de la dieta española. Esto puede relacionar la dieta, la contaminación y las enfermedades.

John McEnroe (Wiesbaden, Alemania; 66 años) atiende a una reducida selección de periodistas, entre ellos EL PAÍS, poco después de jugar uno de los partidos de las leyendas en Roland Garros. Se le ve como siempre: fino, en forma, divertido. Estos días combina los análisis en Eurosport —canal que ofrece en directo y exclusiva todo el menú del grande francés— con algunos ratos en la pista. Exagera al decir que su nivel actual “es mediocre”, porque el estilo y los golpes siguen intactos, aunque se “enorgullece” de poder pelotear de vez en cuando con sus hijos.

Pregunta. Una fácil para usted, amante de la música. Si tuviera que asociar el estilo de Alcaraz con una música, un grupo o una canción, ¿cuál sería?

Respuesta. Buf… [resopla y cavila durante unos segundos]. Eso sería como decir: ¿Quién te gusta más? ¿Los Beatles, los Stones o, ya sabe, Led Zeppelin? Es una pregunta difícil. Creo que los más impredecibles eran los Stones, y Carlos lo es; y a veces los Beatles eran incluso mejores; pero, claro, mi banda favorita en mi etapa de crecimiento era Led Zeppelin… Así que, tal vez, diría que él es una mezcla de todos ellos, porque es capaz de todo. Carlos puede hacerlo todo.

P. Mats Wilander dice que su juego es “adictivo”. ¿Lo comparte? ¿Qué tipo de sensaciones le genera cuando le ve sobre las pistas?

R. Mis sensaciones son dos. Una, que es el jugador al que más me gusta ver, mi favorito; y dos, que ojalá pudiera hacer lo que él hace. Eso es lo que siento. Por supuesto, soy parcial y me gustaría que Ben Shelton ganase un grande para el deporte estadounidense, pero si tengo que elegir un jugador al que ver, es él. Es capaz de hacerlo todo, y un tenista que puede hacer todas esas cosas transmite muchas emociones.

P. ¿Hasta dónde cree que llegará? ¿Tiene algún tipo de techo?

R. Mire, jamás hubiera pensado, ni en mis mejores sueños, que alguno de esos tres tipos [Djokovic, Rafael Nadal y Roger Federer] iban a alcanzar la cifra de 20 grandes, los 24 de Novak, así que ahora es como, ¿podría él ganar 25? Creo que, de algún modo, ahora es más difícil porque el juego es mucho más rápido y los chicos son mucho más grandes, así que las probabilidades de que haya sorpresas han aumentado. Lo que él está haciendo es fenomenal, obviamente, pero no me gustaría asociarlo a números porque me sorprendería que alguien se acerque a esos registros. Ahora bien, si hay

alguien que puede hacerlo son ellos, Carlos y Jannik.

P. A Alcaraz se le ha visto muy concentrado toda la gira. ¿Considera que ha dado un salto mental?

R. Yo creo que sí, aunque antes ya era muy bueno. No quiere cambiar su personalidad y su estilo es increíble. Probablemente sea el preferido para mucha gente. Se dice que a veces se mete a sí mismo en problemas [con su juego], pero creo que cada vez menos. Eso es una buena señal. Está más centrado, pero solo tiene 22 años. Ha ganado cuatro majors y es increíblemente positivo para nuestro deporte, así que conforme se haga mayor, entenderá qué es lo que mejor le funciona. Tiene un gran equipo y es un gran chico.

P. ¿Ha visto su documental?

R. Aún no. He oído que está muy bien, así que estoy deseando verlo, porque necesitamos ese tipo de cosas en nuestro deporte; mostrar más cosas entre bastidores. Eso es bueno.

P. ¿Se puede hacer historia por medio de esa vía propia que él propone, no ceñida única y exclusivamente al tenis? ¿Es posible llegar tan lejos por un camino diferente al de los tres gigantes?

R. Esa es la gran pregunta, si habrá alguien mejor que esos tres tipos. Recuerdo que hace cuatro o cinco años ya se decía que él era una combinación de los tres, lo que es un cumplido increíble. Y dijo: ‘No, yo soy Carlos Alcaraz’. Así que pensé: ‘Dios bendiga a este chico’. Quiere hacer su propio camino. Y, sin duda, debes conocerte muy bien a ti mismo para aprender a identificar cuándo necesitas desahogarte, ya sabe, y alejarte de todo por un rato. Todo el mundo necesita eso, no quieres convertirte en un robot.

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