Kiosko y Más

Nación Europa

Afirma su deseo de ser y de seguir invirtiendo en su patrimonio común: la libertad, la democracia y el respeto al Derecho y a los derechos fundamentales

J. IGNACIO PRENDES

Convoy Esperanza. Así se llama la red de más de setenta profesionales del barrio madrileño de Las Tablas que ya han traído a España las primeras 12 familias ucranianas, 39 personas, de las cuales 18 son niños, acogidas por familias que se han ofrecido como refugio. Lo que empezó como un grupo de whatsapp de tres amigos preguntándose ¿qué podemos hacer? se ha convertido en una cadena de solidaridad que mantiene movilizados una furgoneta de apoyo y siete vehículos particulares cedidos por voluntarios.

Sesenta taxistas regresaron el pasado martes después de recorrer más de 6.000 kilómetros en cinco días. Una caravana de treinta taxis voluntarios con destino Polonia, que además de traer a Madrid 135 mujeres, ancianos y niños ucranianos ha trasladado a la frontera polaca 25.000 kilos de material humanitario transportados en sus vehículos, con los asientos doblados y cargados hasta arriba.

El Colegio San José, en Sotrondio, que permanecía cerrado, ha sido acondicionado en dos días por más de 300 voluntarios que han puesto todo de su parte para que las 50 primeras mujeres y niños ucranianos trasladados hasta Asturias por la ONG Expoacción «se sientan lo más cómodos posibles».

Solo tres ejemplos espigados de entre los cientos que estos días protagonizan camioneros, taxistas, conductores de autobús, empresarios, médicos… ciudadanos europeos anónimos que nutren esa flotilla de la solidaridad que recorre la vieja Europa con un único destino: la frontera ucraniana, el Dunkerque de nuestros días. Una movilización que ha tenido más de movimiento espontaneo que de estrategia organizada y en muchos casos ha sorprendido, cuando no suplido, a la reacción oficial.

Mientras estas caravanas solidarias recorren Europa, Volodimir Zelenski sigue su particular recorrido por los parlamentos occidentales. Ayer fue en el Bundestag alemán, donde advirtió de que con la invasión de su país Rusia está «construyendo un nuevo muro» entre «libertad y falta de libertad». Cada bomba que cae, cada decisión que no se adopta, es una piedra con la que se construye ese muro, añadió. Y le recordó al canciller Scholz la frase de Reagan ante Gorbachov: «Derriben ese muro», referida al Muro de Berlín. El martes fue ante el Congreso de los Estados Unidos, donde recordó otros dos momentos históricos grabados en la mente del pueblo americano: Pearl Harbour y los atentados del 11-S. Como había hecho antes en el parlamento británico apelando al discurso de Churchill del 15 de Mayo de 1940: ‘Sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas».

Referencias todas a una memoria común que cohesiona a sus sociedades ante la idea del dolor compartido, de las pruebas superadas juntos.

Algún día se estudiará en las facultades de comunicación esta estrategia, capaz de conectar no solo con los dirigentes de otras naciones sino con sus sociedades. Ahora que la presidenta Batet le ha invitado a nuestro Congreso, trato de imaginar a qué memoria colectiva española apelará. Quizás al 2 de Mayo de 1808, acaso al bombardeo de Guernica o probablemente a los atentados del 11-M o a la memoria sangrienta de ETA.

No se quién le escribe los discursos a Zelenski, quizá el mismo, pero sea quien sea ha leído a Renan y su celebrada conferencia en la Sorbona: ‘¿Qué es una nación?’. Aquella en la que recordaba que las personas, como las naciones, se unen en sus recuerdos de sufrimiento, porque aliviar el dolor requiere un «esfuerzo común». Y que el alma de una nación está constituida por dos cosas: «una es el pasado, la otra es el presente. Una es la posesión en común de un rico legado de recuerdos; la otra es el consentimiento presente, el deseo de vivir juntos, el deseo de seguir invirtiendo en el patrimonio que hemos recibido en común».

No se trata de teorizar aquí sobre el concepto discutido y discutible de nación en el siglo XXI, ya saben: ¿pero tú sabes lo qué es una nación Pedro?

Pero quizás en los discursos de Zelenski, en la memoria del dolor compartido ante el sufrimiento del pueblo ucraniano, como antes fue en la memoria de un continente devastado por dos guerras mundiales y en esa abigarrada flotilla de taxis, autobuses, camiones y todo tipo de vehículos particulares que hoy circulan por las venas de Europa camino de la frontera ucraniana, viaja el alma de una nueva nación, la nación Europa que afirma su deseo de ser y de seguir invirtiendo en su patrimonio común. El de sus valores compartidos: la libertad, la democracia y el respeto al Derecho y a los derechos fundamentales.

OPINIÓN

es-es

2022-03-18T07:00:00.0000000Z

2022-03-18T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/282106345125750

ABC