Los cambios rápidos y sin consenso nos desconciertan, provocan reacciones y opiniones de todo tipo buscando el quid de la cuestión en el cambio. Nosotros, la ciudadanía, somos quienes mejor conocemos las necesidades de nuestra ciudad, desde siempre, los valencianos construimos en la costumbre nuestro espacio y resolvemos con la rutina los problemas ambientales, sociales y culturales. Cuando los elementos no encajan los consideramos extraños, nos provocan rechazo y, en gran medida, estrés.

En este sentido, el proyecto provisional de la plaza del Ayuntamiento no resuelve la conexión ciudad/paisaje/coexistencia en el espacio. Bien es sabido, un buen proyecto ordena y humaniza, su diseño nos permite acercar e integrar el entorno al proyecto.

Hay que entender que, si no se logra un buen enfoque, cualquier proyecto, por provisional que sea, puede derivar en una especie de caos ciudadano. La peatonalización debe ser acometida desde una perspectiva ciudadana, con enfoque, humanismo, armonía, sostenibilidad, innovación, pero, sobre todo, con los adecuados criterios patrimoniales, económicos, sociales, culturales, tecnológicos y ambientales.

Una ciudad moderna e inteligente ama su creatividad, sensibilidad y madurez, no caben los experimentos sin una clara capacidad de pensamiento de ciudad en armonía con su historia. Una visión real que permita trabajar con formas y funciones, que inicien y maduren un proyecto urbano destinado a convertirse en pieza clave del futuro de los valencianos y, sólo por eso, la ciudad merece que dicho proyecto sea acometido por paisajistas profesionales que tengan el conocimiento y la experiencia necesarias para convertir la futura plaza del ayuntamiento en el orgullo de los valencianos.

En síntesis, se trata de recoger la fuerza del lugar, con determinación, y envolverla en un proyecto serio. Alejarnos de la cultura del diseño es un error, pero no cualquier diseño encaja con el valor patrimonial, social y cultural de la plaza, al que habrá que añadir el medioambiental y pensar en unir espacios y focos de interés transformándolos en riqueza visual, vital para generar el encuentro de la ciudad con su plaza. Tener el honor y la sensibilidad de otorgarle valor añadido. Una parte sin el todo no es nada pues la visión tiene que ser holística y necesaria en el proceso.

Valencia se merece un diseño que encaje y sea referente en una ciudad bien cuidada, saludable, nada estresante y digna. Es crucial entender la tremenda capacidad que tiene la plaza del Ayuntamiento para comunicarse con el resto de la ciudad.

Darle valor al detalle y la belleza, al respeto y cuidado de nuestro entorno arquitectónico y paisajístico es sentirnos parte de la ciudad, como somos de nuestro hogar, familia, amigos y compañeros de trabajo. La actitud urbana es fundamental, si el diseño no nos motiva no nos ayuda ni emociona, por lo tanto condiciona nuestra salud y comportamiento.

Con la llegada del Covid-19 como un ciclón que lo barre todo, pensar en hábitos más saludables es vital, habitando el espacio más próximo pero planificando espacial y conceptualmente la ciudad en pro de una integración holística enmarcada en el planeamiento urbano y la naturalización del espacio, manejando hábilmente el entorno natural y edificado, el medio ambiente, la ciencia y el arte, ese es a mi entender el objetivo del diseño de la plaza del Ayuntamiento y, en todo ello se va a basar el proyecto con el que, junto a grandísimos profesionales de sectores clave valencianos, pretendemos devolver a la plaza del ayuntamiento su esencia, vitalidad y sobre todo, diseño.

Un proyecto para todos, que nace con la ilusión de conseguir el tan ansiado consenso en la ciudadanía. Un proyecto con valor añadido que lejos de generar animadversión y ser provisional forme parte inseparable del futuro de la ciudad. Un punto de encuentro para nuestra ciudadanía, y el espejo en el que se miren las ciudades del futuro.