ADIÓS, DUEÑO MÍO

Texto: María de Zayas. Dirección y dramaturgia: Magüi Mira. Versión: Emilio Hernández. Reparto: Marta Calabuig, Pilu Fontán, Rosana Martínez, Laura Valero, Silvia Valero. Teatro Talía (Hasta el 27 de junio)

María de Zayas Sotomayor (1590-1647) es una de las grandes escritoras españolas del Siglo de Oro junto a Ana Caro de Mallén y Sor Juana Inés de la Cruz. Además de sus conocidas ‘Novelas ejemplares y amorosas’ (1637), creó la comedia de enredo ‘El triunfo de la amistad’ posiblemente alrededor de 1620. Durante esta década se ha producido un redescubrimiento de su figura con varias puestas en escena de esta obra y la adaptación de sus relatos de ‘Desengaños amorosos’ a cargo de Nando López.

Olympia Metropolitana ha producido una nueva versión libre de ‘El triunfo de la amistad’ a cargo de Emilio Hernández con el título significativo de ‘Adiós, dueño mío’. Ha eliminado algunos personajes masculinos para dar una acción contemporánea con mucho humor y un verso limpio y comprensible. En su tratamiento del honor, responde con el libre impulso del deseo individual al engaño masculino deshonroso.

El resultado es ejemplar y genera un deleite difícil de hallar en otras producciones donde se reivindica el empoderamiento femenino. Enfatiza a la mujer inteligente y la defensa de su libertad amorosa y sexual con una puesta en escena hábil, atrevida, seductora y esquiva con lo convencional. La mano experta de Magüi Mira en la dirección sincroniza acción y palabra, salvando con destreza su separación, el gran problema de la adaptación del teatro clásico. Da un aire contemporáneo a la estética, con llamativas transiciones con coreografías de Cristina Fernández, inflando el relieve de los complejos movimientos y acompasando la coralidad a un ritmo ponderado y continuo. Saca partido a la escenografía de Luis Crespo con un sofá en escena, al espacio sonoro ilustrativo y con toques subliminales de Víctor Lucas, y a la iluminación de José Manuel Guerra con posiciones y colores cambiantes para la ambientación necesaria de cada situación.

Aunque podría haber dado más brillo al carácter de Trotaconventos de Lucía, Mira ha sabido sacar partido a cinco excelentes actrices valencianas que vuelcan toda su destreza al ser conscientes del brillo de sus personajes. Lúcidas, con una dicción clásica en verso pulcra y bien entonada. Siempre en escena, dan la dosis de erotismo cuidado y las sonrisas, miradas y gestos expresivos cuando son testigos de los diálogos de los personajes en primer plano. Muy equilibradas y ninguna por encima del resto, aunque Rosana Martínez lleve la voz cantante con encanto y convicción como la astuta y risueña Fenisa. Pilu Fontán es Marcia, perfecta en sus dudas sobre el deseo y el casamiento con Gerardo. Silvia Valero la criada firme Lucía, y ya nos tiene acostumbrados a su excelencia. Laura Valero, soberbia como la resuelta Belisa. Y Marta Calabuig, un encanto como Laura que deja sus convicciones religiosas por su causa justa mintiendo para recuperar su honor. Además, estas tres últimas interpretan con cambios de tono convincentes a los personajes de Don Juan, Liseo y Gerardo respectivamente para lo cual intercambian una chaqueta como signo distintivo masculino, un recurso efectivo e ingenioso aunque provoque extrañeza la primera vez. Las cinco son un conjunto lleno de plasticidad con sus gestos y movimientos elevados por el magnífico vestuario de Pascual Perís, con una simbólica prenda verde en distintas tonalidades cada actriz.

‘Adiós, dueño mío’ es una comedia sagaz, inteligente, ingeniosa, atrevida, arriesgada, desinhibida, con sensual erotismo y reivindicativa de un feminismo humano, cerebral y carnal alejado de lugares comunes. Solvente trabajo textual, técnico, de dirección e interpretativo de cinco reinas de la dificultad. «C’est si bon».