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Devastación doméstica

Tessa Hadley vuelve a mostrar sus grandes dotes narrativas para llevar la tragedia griega a las vidas ordinarias de la burguesía

Luis M. Alonso Tessa Hadley

(Bristol, 1956) es la reina actual indiscutible del drama doméstico anglosajón. En particular, lo que cuenta apenas me interesaría si no fuera porque Hadley maneja los hilos de la narración hábilmente, de una manera que cuesta abandonar la lectura de sus libros cuando uno cree que no debería importarle demasiado hacerlo. Así que, sin supuestamente pretenderlo, he ido leyendo algunas de sus ocho novelas desde “The London Train” (2011) hasta “Amor libre”, que acaba de ver la luz traducida al castellano gracias a Sexto Piso, que ya había publicado “Lo que queda de luz”, su anterior trabajo. Hadley, como sucedió con

y otras autoras británicas que la precedieron, prefiere proporcionar retratos meticulosos de los seres cuyas vidas son suavemente empujadas por fuerzas externas, antes que profundizar en los acontecimientos de ese mundo exterior que las perturba. En “Amor libre” vuelve a pulir ingeniosamente el barniz de la clase media británica conservadora para contar una historia íntima marcada por la discordia generacional, el cambio político y la libertad sexual. La acción transcurre, y eso es importante tenerlo en cuenta, entre 1967 y 1968, ambientada en un Londres suburbial burgués. Phillys Fischer, aparente feliz esposa y madre de 40 años, casada con un diplomático empleado del Ministerio de Asuntos Exteriores, se ve envuelta en una relación sexual e intelectual liberadora con un hombre al que supera en edad. Pronto se percata de que efectivamente su felicidad era fruto de un espejismo, pero el nuevo espíritu despreocupado de la era causa estragos en su familia, al igual que su ruptura con el entorno convencional resulta

Taylor Elizabeth

ser mucho más inapropiada de lo que había imaginado inicialmente.

Hadley opera con acierto y de forma silenciosa en los mecanismos de la devastación cotidiana y arroja una tragedia griega sobre la vida apacible de su familia, refugiada en una especie de burbuja burguesa ajena a las revoluciones sociales. Hay que decir que pocos autores contemporáneos se muestran tan hábiles con la narración omnisciente y fluida, que parece una segunda naturaleza en ella. Escritora tardía, sus títulos anteriores, especialmente “The Past” (2015) y “Lo que queda de luz” (2019), le han permitido consolidar una voz personal en ese subgénero tan querido para los británicos como es la llamada “novela Hampstead”, que sintoniza finamente con los pequeños detalles de la vida capaces de capturar algo esencial del individuo y que, además, cubre las insatisfacciones de cierta clase urbana acomodada, de distintas y pequeñas apetencias culturales, que vive en ese distrito londinense, en sus alrededores o en otros habitados por semejantes.

Cada punzada de emoción de los personajes es atrapada al vuelo por la autora de “Amor libre”, que se siente atraída, al mismo tiempo, por ciertas estructuras innovadoras, aun teniendo en cuenta que la novela es un campo muy trillado. En “The London Train”, el título que me sirvió para descubrirla, Hadley compone un díptico de dos historias supuestamente separadas, con imágenes nítidas en ellas, que finalmente convergen en un mismo tren. En “The Past” intercala un flashback de 1968 entre un par de secuencias ambientadas en el presente para documentar la carga psicológica que arrastran las dos familias que se reúnen para decidir sobre el destino de la casa en ruinas de los abuelos. La línea cronológica es más sencilla en “Amor libre”, que arranca en una cena y concluye apenas año y medio después. Pero, en ese pequeño intervalo, los saltos en el tiempo y entre los propios personajes agitan la historia como si la autora estuviera empleando un ventilador. Utiliza descripciones dinámicas, impregnadas de buena narrativa, en las que cada elemento se abre paso con solvencia a través de las páginas. Quizás “Amor libre” no esté a la altura de su anterior novela, “Lo que queda de luz”, por falta de unos personajes tan convincentes como en aquella ocasión para expresar las expectativas defraudadas de sus vidas y el derrumbe de las certezas por las que de repente se sienten huérfanos en un mundo que les es desconocido. En el caso de esta última novela, debido a los cambios que experimentan y a la ruptura generacional. Así y todo, Tessa Hadley sigue siendo una escritora espléndida, cuidadosa con los detalles cuando atrae al lector hacia el poder efímero de lo material; cómo decoramos los hogares, nos vestimos o adornamos la imaginación. El detalle siempre está ahí, y los detalles suelen ser muchas veces reveladores, como demostraron algunos de los grandes maestros de la literatura de todos los tiempos, y por poner dos ejemplos muy queridos.*

Tolstoi Nabokov,

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2022-03-24T07:00:00.0000000Z

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